AMORES QUE MATAN...




Escena de la película "Damage" (Prohibida Obsesión) de Louis Malle (1992) entre Jeremy Irons y Juliette Binoche: Ella es novia del hijo de él. Él es un prominente magistrado en Londres. Ella es hermosa y joven, pero le advierte: "no te enamores de mí, porque estoy dañada.

Por supuesto, él desestima este acto de sinceridad de ella y se involucran en una pasión incontenible. Ella, amante de él, novia y prometida de su hijo. Todo se descubre y la tragedia se desencadena.

Escena de la vida real: 2:30 AM. Ella llega a su casa después de haber estado cenando con sus amigas. Él la espera afuera de su casa. La aborda y le pide que hablen, que lo perdone y que lo deje volver a amarla. Ella, sorprendida, no sabe qué hacer. El factor sorpresa la hace decidir mal, la vieja y tormentosa relación que ha sostenido con él durante años, la hacen subir a la camioneta de él, para que hablen un rato.

Él se la lleva por toda la ciudad, manejando enloquecidamente mientras le ruega que lo perdone y que vuelvan. Ella, al principio, no entiende lo que pasa; le dice que no, que ya es demasiado tarde, que se han hecho demasiado daño... él se empieza a enojar y a desesperar cada vez más. Mil veces y más, en el pasado, ha hecho lo mismo. Desaparecer de la vida de ella, confesarle que la ha engañado con otras, que le ha mentido, que ha abusado de su confianza, destrozándole el corazón a ella, que siempre vuelve a creer en él.

Pero esta vez es diferente; ella está decidida, por primera vez en su vida, a no caer más en este infierno que nunca ha sido amor sino mentiras, decepción, con un componente sadomasoquista, que por momentos ha parecido una pasión de esas que dan para escribir libros o escribir guiones de película.
Pasan horas, él se va desesperando cada vez más al ver que ella no cede y no quiere volver con él. Comienza a tornarse agresivo y amenazante y ella, entonces, siente mucho miedo y se da cuenta de que ha sido secuestrada por él.

De pronto, su mente se ilumina y comienza a decirle a él que sí van a volver, pero que tiene que dormir, reflexionar y que ya después, descansados, hablarán. Esta promesa parece tranquilizarlo un poco y la regresa a su casa siete horas después... Hoy llora, está asustada, se siente acosada y perseguida y se reprocha a sí misma el haber elegido estar tanto tiempo con un hombre enfermo.

El asunto de las relaciones tormentosas, tórridas, prohibidas, desesperanzadas, irracionales y avasalladoras es sumamente atractivo para todos. Nos ofrecen cumplir la promesa de vivir un amor intenso, que nos saque de la rutina, que nos haga sentir vivos, llenos de adrenalina corriendo por nuestra sangre.

Sin embargo, estos "amores" son mucho más que experiencias intensas; son, en muchos casos, relaciones que acaban destruyendo a sus protagonistas, ya que están marcadas por la obsesión, los celos, el afán de posesión, los altibajos, los mil y un truenes, separaciones y reconciliaciones, ciclos repetitivos de luna de miel, tensión, explosión de la tensión y la violencia, pedido de perdón, reconciliación y luna de miel nuevamente... al infinito en un círculo perverso.

Hay personas que, por llamarlas de algún modo, más literario que científico, están emocionalmente dañadas. Son seres que sólo saben destruirse y destruir a quienes están cerca de ellos. Tienden a enamorarse vertiginosamente, a cambiar de pareja frecuentemente, cada vez dicen que "ahora sí encontraron al amor de su vida", para casi inmediatamente después decepcionarse, devaluarlo y casi odiarlo con la misma intensidad con la que decían amarlo.

En la literatura psicoanalítica y psiquiátrica se conocen comúnmente como fronterizos o pacientes "borderline". Son intensos, cambiantes, celosos, inseguros, muchas veces adictos a sustancias, casi enloquecen al sentir que se les puede abandona; interpretan cualquier gesto como desamor. Idealizan a sus parejas, endiosándolas en forma inmediata, para después desear vengarse por sentir que no han sido correspondidos. Vengativos e impulsivos, parecen capaces de cualquier cosa cuando las cosas no salen como quieren.

Otro ejemplo clásico de esta estructura de personalidad es el personaje que interpreta Glenn Close, en su papel de Alex, en la película de Atracción Fatal (1987), quien se "enamora" de un hombre casado después de haber tenido sexo casual con él durante un fin de semana y hace intentos suicidas y homicidas; cuando este hombre le aclara que el asunto fue pasajero y que no puede quedarse con ella porque tienen que volver a su vida de hogar.

Lo impresionante de todo esto es que no es algo que ocurre exclusivamente en las películas. Por muchas razones sociológicas, culturales, demográficas, económicas y de cambios cualitativos en la identidad de las madres y los padres posmodernos, parece ser que la tasa de fronterizos ha aumentado sustancialmente en las últimas décadas. Pareciera ser que el abandono se ha convertido en un estilo de paternidad y maternidad cada vez más frecuente, generando personalidades inseguras, caóticas y vacías internamente, que ven en el amor la posibilidad de reparar todas sus lastimaduras y sus infinitas soledades.

Al consultorio, cada vez llegan más pacientes desesperados, desbordados, que no son psicóticos porque saben bien cuál es la realidad, saben quiénes son, no escuchan voces ni tienen delirios, pero dan una apariencia de caos y desorganización interna muy parecida a la locura del psicótico. Estos pacientes vienen siempre en emergencia, lloran, gritan, acaban de ser abandonados, son incapaces de contener sus ansiedades, depositan todas sus esperanzas en el terapeuta diciéndole que sólo él puede salvarlos.


Estas son las personas de las que hay que, literalmente, salir corriendo. Claro que "Dios los hace y ellos se juntan", como reza el dicho. Difícilmente, alguien con un grado aceptable de salud emocional, podría vincularse con un hombre o una mujer así durante mucho tiempo. Todos podemos tener un mal rato, pero para engancharse en algo así, también hace falta que la contraparte tenga su buena dosis de fronterizo o fronteriza. Son diadas similares en el nivel de desarrollo psicoemocional.

Por eso, cuando nos quejamos amargamente de nuestras parejas, tendríamos que ser concientes de que sería imposible que fueran nuestras parejas, si no tuvieran muchísimas similitudes emocionales con nosotros mismos. Las parejas que, por diferentes razones, se "desequilibran", en donde uno crece y el otro no, tienden a separarse.

Última historia trágicamente frecuente: una mujer acude a un programa de televisión en España. Ahí, en cadena nacional y en vivo, su ex-novio, un fronterizo celoso y acosador que ella había logrado dejar meses atrás, le pide que se case con él, le dice que ha cambiado y que ahora es otro. Que ahora sí la amará y la respetará como ella se merece. La mujer se sorprende, enmudece y termina articulando un "¡no!". Días después, aparece asesinada en su departamento a manos del ex novio.

Sirvan estas historias para que seamos más concientes y responsables a la hora de mezclar nuestro corazón con el de alguien más. La gente dañada termina dañando, es ley de vida. Lo similar se atrae.

Si existe una tendencia a caer en relaciones tormentosas y dolorosas en las que se sufre más de lo que se disfruta, en las que los pleitos son la norma y no la excepción, en las que separarse parece a veces misión imposible, en las que hay acoso, celos o vigilancia, es muy probable que se requiera de ayuda profesional para revisar en qué momento y en dónde se instaló esta falla emocional que nos hace asumir como normal, que el amor es dolor, mentira, decepción, la montaña rusa y la ruleta rusa.

Y también, en muchos casos, es probable que se necesite la ayuda del sistema de justicia para protegerse de un acosador potencial que pueda poner en riesgo la integridad física y emocional, sobre todo de las mujeres.


"Every breath you take and every move you make
Every bond you break
Every step you take, I'll be watching you
Every single day and every word you say
Every game you play
Every night you stay, I'll be watching you"
(Every Breath you Take, The Police, 1983)

(Cada respiro que des, cada movimiento que hagas, cada relación que termines, cada paso que des, te estaré vigilando. Cada uno de tus días, cada palabra que digas, cada juego que juegues, cada noche que pase, te estaré vigilando)


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