SOBRE LA INDEPENDENCIA
Una idea culturalmente popular hoy día, es que mujeres y hombres aspiran a ser autónomos, a no depender de nadie, ni económica ni emocionalmente. Los hombres cargan este deseo al dinero. Las mujeres a lo vincular.
Pensando en septiembre y en todas las otras asociaciones que pueden surgir del muy manoseado mes de la patria, de que si hay algo que celebrar o no en torno a ser país independiente, mi mente voló a las micro historias de búsqueda de autonomía; en todos esos actos que vamos realizando a lo largo de nuestro paso por la vida, para independizarnos.
En teoría del desarrollo, nos enseñan que el infante humano tiene que alcanzar ciertos logros para poder considerarse un ente independiente psíquicamente. El bebé ha de entender muy pronto en la vida, que él y su madre no son lo mismo. Que sus necesidades y expresión de ellas mediante el llanto, no la hacen aparecer mágicamente sino que ella existe y podría venir pronto o tardarse mucho en ayudarlo a sentirse bien. Mahler y Winnicott dedican varias de sus obras a hablar de estos procesos a través de los cuales, un niño va adquiriendo seguridad básica, una sensación sólida de ser él mismo o no; el proceso se ve entorpecido por cuidadores ineficientes que abandonan y generan dosis insoportables de frustración y dolor en el bebé. También por madres o padres sobreprotectores, que se dedican a adivinar los deseos del bebé y después del niño, a quien insertan en una especie de burbuja protectora, para que no le pase nada malo, para que no sufra, incapacitándolo sin querer (¿o queriendo?)para la vida independiente.
Se me ocurren tantas maniobras que nos quitan esa autonomía psico-emocional: dormir en la cama de los padres ante la incapacidad de estos para decir no; vestir y alimentar a un niño cuando ya está capacitado para hacerlo por sí mismo; negarle a un hijo la posibilidad de pensar diferente, atacarlo cuando expresa ideas distintas a las que los padres tienen; decirle a las niñas que tienen que ser bonitas, agradar a todos, nada de marimachas, no tomar iniciativas porque nadie las tomará en serio; decirle a los niños que cuando sean grandes tienen que mantener su casa, ganar más que sus mujeres y sobre todo, no mostrar debilidad, generándoles una incapacidad para contactar con su vida interior; elegir a un hija/o como confidente, convirtiéndolo en el salvador o apoyo moral de la madre o el padre; decirle a los hijos que ellos son la razón por la que los padres siguen juntos, para darles buen ejemplo. Chantajearlos, mostrarnos débiles como padres, enfermos, desvalidos, generándoles culpas a los hijos que no tendrían por qué cargar....
La adolescencia es la etapa clásica y claramente reconocible de lucha por la independencia. Los chavos hacen muchas maniobras de todo tipo para mostrar que piensan diferente, que no se parecen en nada a sus padres. A veces, el drama externo de las llegadas tarde, el consumo de alcohol, el manejo irresponsable de la sexualidad, las modas extremas que adoptan, es una manifestación del drama interno del adolescente, que no sabe cómo elegir su camino sin necesidad de ponerse en riesgo para autoafirmarse. Mientras menos los padres acepten que son diferentes, mientras más autoritarios sean o caóticos en el planteamiento de límites, estará desdibujada esta posibilidad de contar con una base de afecto y seguridad, desde la cual despegar hacia la madurez.
En la vida adulta, dice Freud, los logros que distinguen esta etapa son la capacidad de trabajar y amar. Concuerdo; la posibilidad de tener una solvencia económica es uno de los hitos de la adultez. Aquel que sigue viviendo con sus padres, aquel que sigue siendo mantenido por alguien más, nunca llegará a ser un verdadero adulto, siempre tendrá algo de niño indefenso.
Todavía hay mujeres que han sido inoculadas con la idea de que debe haber un patriarca que las mantenga, a condición de que sean agradables, esbeltas y cooperadoras con el sexo. El patriarca en cuestión puede ser su propio padre o su marido, amante o novio en turno. O hasta el jefe, con el que a veces se establecen relaciones de sometimiento francamente increíbles. A veces da envidia ver a mujeres espectaculares que van al gimnasio todos los días, enfundadas en ropitas super cool y de marca por supuesto. Uno piensa de botepronto: qué ganas de un patrocinador para que me mantenga y yo pueda ir diario al gym y no preocuparme de nada. Pero rápidamente el corazón brinca, la mente reclama y dice no; que aunque esté exhausta no hay nada como decidir sobre mi vida sin que nadie tenga derecho de opinar. El que paga manda. Es una realidad brutal pero vigente. Las mujeres que han decidido dedicarse a ser madres de tiempo completo, sufren casi siempre, el control de los maridos a quienes tienen que pedir dinero como si fueran una hija más. Muchos hombres esperan que estas mujeres sean como un ama de llaves perfecta, que tenga todo en orden inmaculado, porque ellos se dedican a llevar el dinero a la casa. Yo no creo, francamente, que ese modelo sea sano para nadie. En el fondo, hay mucho de control, sometimiento, sexismo en la distribución de las obligaciones, una idea de que cada quien a lo suyo y así, se generan vidas paralelas. El hombre en la oficina, la mujer en la casa y con los hijos.
Los hombre, dicen, temen al compromiso. Tienen más deseos de libertad casi casi por estructura cerebral. Pueden tener sexo sin involucrar el corazón, separan las cosas, las guardan en compartimientos separados y se hacen menos bolas que nosotras las mujeres. Muchos hombres temen ser despojados de su amada independencia a manos de una arpía controladora. Temen ser devorados por una mujer celosa que les exija saber en dónde están, con quien, en qué y porque gastan su dinero.
También hay que decirlo, hay muchas mujeres así. Que creen que deben ser las madres de sus maridos o novios. Que los deben reeducar, ser el pilar de la casa, decirles a sus parejas cuando están comportándose mal, etc. También podemos ser un dolor de cabeza. En nuestro culto al detalle y memoria fotográfica, podemos ser dramáticas, persecutorias, malviajadas, controladoras y estar convencidas de que nosotras sí sabemos cómo deberían comportarse, cuánto deben de beber, cómo deben ejercer su paternidad, etc.
Alguien decía por ahí que cuando oye que las mujeres tal cosa y los hombres tal otra, piensa que conoce a muchos hombres y mujeres que no caben en estas descripciones restrictivas y a veces caricaturescas. La verdad es que sí hay cerebros y cerebras, está comprobadísimo, pero al final cada quien es libre de comportarse como mejor le parezca.
Depender de alguien emocionalmente puede ser muy bueno o muy malo. Muy bueno, si se trata de una relación de interdependencia, en donde lo que se da se recibe, en donde hay respeto y reciprocidad. Quien diga que después de unos años de amar a alguien no siente dependencia, está mintiendo. Las dependencias tóxicas son aquellas que se dan cuando no hay correspondencia, cuando hay maltrato, violencia, cuando hay alguien que manda y otro que obedece.
Creo que la independencia, la libertad de ser uno mismo, la de estar contento con quien uno es, debería ser la más preciada. La libertad de elegir lo que nos gusta hacer, con quien queremos estar y cómo queremos amar.
La independencia no es total, nunca. Siempre está acotada por la cultura, la posición económica, lo social, las expectativas de los otros, los vínculos, la propia historia. Las idealizaciones respecto de la independencia son solo eso.
10:07 | Etiquetas: CALIDAD DE VIDA | 0 Comments
EL MIEDO TAMBIEN ES UNA DECISION
Preguntando a algunos amigos sobre sus peores miedos, respondieron, entre otras cosas:
La traición, la enfermedad, olvidar cuáles son las propias prioridades y deseos y anteponer los de los otros, morir, a uno mismo, a no cumplir con las metas y sueños trazados, el desamor, no ser suficiente para la persona amada, los lunes, miedo al miedo...
La lista podría ser infinita: miedo a hablar en público, miedo a que se burlen de uno, a hacer el ridículo, miedo de no tener la vida que soñamos, miedo a que los hijos se mueran antes que uno, miedo a la soledad, miedo al colapso social, miedo a que se acabe el mundo...
Los miedos tienen varios componentes: una parte biológica, necesaria para la supervivencia. Nuestro cerebro tiene la capacidad para huir del peligro o para atacar y defender algo valioso.
Están los elementos históricos y culturales. Los primeros pobladores tenían miedo de las tormentas eléctricas, del fuego, de ser devorados por un mamut.
Hoy día tenemos miedos claramente sociales: los fuegos cruzados, los secuestros, la inseguridad en general, el no cambio de un sistema de corrupción e impunidad, atraparnos en un mundo que parece a veces carecer de sentido trascendente. El trauma por los asesinatos que aparecen por doquier en nuestro país, se considera como un trauma secundario que afecta a todos los testigos de estos hechos atroces... todos estamos viviendo estas horas complicadas, lo enfrentemos o no...
Una de las posibles explicaciones sobre el origen de los miedos personales, podrían ser las críticas sistemáticas de personas significativas en la etapa infantil y adolescente que inciden profundamente en la construcción de la identidad de una persona. Sin darse cuenta o de manera maligna (hay padres que odian a sus hijos, aceptémoslo) hay padres o cuidadores que han hecho creer al niño que es malo, incapaz, desagradable, aburrido, estúpido o perdedor. Este niño, cuando crece, puede albergar una idea que es alimento del miedo: "Es peligroso que la gente se me acerque demasiado y vea quién soy realmente".
Una vez que estos núcleos de identidad están armados es complicado desempacarlos, diseccionarlos o modificarlos. Toma tiempo, voluntad y esfuerzo.
Lo que frecuentemente ocurre es eso que Watzlawick tan atinadamente llamó "profecía autocumplida". Si lanzamos al aire escenarios de fracaso, tragedia y dolor, estamos dándole a nuestro cerebro la señal de que así tiene que ser, de que así ocurrirá, y de manera muchas veces inconsciente, hacemos todo lo posible para que se nos hagan realidad nuestros peores miedos.
La "nosoportitis" , puede convertirse en una profecía. Si estoy convencido de que hay una situación o evento que soy o seré incapaz de soportar, lo más probable es que no lo soporte si llega a ocurrir. Acá habría que detenerse en reflexionar sobre qué creencias tiene el sujeto sobre sí mismo y su capacidad para enfrentarse con el problema. Cuando se habla, de "trabajar" algo en terapia, se refiere a esto mismo: a la deconstrucción, desmenuzamiento, clarificación y confrontación con las propias creencias que a veces son como esos lentes que creemos perdidos cuando en realidad los tenemos puestos...es decir, son tan cercanas, tan naturales y familiares, que tendríamos que volverlas algo extraño, distante, exótico y diferente, para poder tomar perspectiva sobre todas las cosas que creemos sin darnos cuenta, en automático y que nos generan temores.
Parece ser que las mas perturbadoras de las creencias son aquellas sobre imposiciones, deberes, expectativas absolutas: "tengo que hacerlo todo bien" "quiero que todos me aprueben/quieran"
Si lo pensamos un momento, es imposible que uno lo haga todo bien, que le caiga bien a todos y que siempre cuente con la aprobación de todos.
Esta "lógica-ilógica" del todo-nada es muy dañina, porque es rígida, no da permiso a la flexibilidad y parte de una auto idealización imposible de alcanzar e incapaz de valorar los logros obtenidos. Es lo que la escuela psicoanalítica llamaría el superyo maligno, ese perseguidor interno que te dice a ratos lo mal que estás haciendo todo, lo poco que haz conseguido en tu vida, y que genera en consecuencia miedos diversos, parálisis frente a la vida.
Algunas consideraciones que podrían ser útiles:
- Hay miedos necesarios/miedos innecesarios. Tanto peca el temerario como el cobarde. La sabiduría consiste en saber cuándo es importante actuar y cuándo sólo se empeorará una situación al actuar.
- El miedo no soy yo. Decirse a una misma "soy una miedosa" tiene un tremendo impacto en la autoimagen. El miedo no es el centro de mi personalidad, simplemente es una emoción que me toma por asalto en ciertas circunstancias. Al declararlo así, el miedo pierde un poco su poder y nos permite pensar, que seguimos siendo libres de combatirlo.
- Declarar la guerra a los miedos...actuar de forma distinta. Somos expertos en lo que nos da miedo, o deberíamos de serlo. Poder contestar cuándo me ataca, cómo le permito entrar a mi vida, cómo lo dejo apoderarse de mí. El enemigo está afuera pero yo le abro la puerta y le permito estar adentro de mí también. Lo dejo habitarme sin defenderme.
- Disminuir el peligro o aumentar la fortaleza personal. El ejercicio físico puede tener un efecto positivo de disminuir el miedo y la angustia. Pensemos en cómo le habla un entrenador deportivo a sus jugadores. Les dice que no tengan miedo, que tienen todo para ganar, que no pueden darse por vencidos...
¿Seremos capaces de hablarnos a nosotros mismos así en lugar de instalarnos en el discurso de la víctima indefensa?
- Buscar aliados, consejo o ayuda de alguien que pueda apoyar en un momento de desaliento Las redes de apoyo, son fundamentales. Tener varios amigos entrañables, familia con la que uno tiene un vínculo razonablemente afectuoso, una pareja que escuche y que comprenda, mitiga sin duda la sensación de estar solo frente a los miedos; " Un hombre vale lo que valen sus relaciones " Maurice Merleu-Ponty.
Los mecanismos del miedo más frecuentes son: huida, ataque, inmovilidad, sumisión. El objetivo sería decidirse a vivir por encima del miedo. Actuar a pesar de él. Actuar como si fueras diferente, hasta sentirlo con convicción y también como un cambio interno. A veces los cambios en la conducta, generan cambios en los pensamientos y sentimientos y no necesariamente al revés!
- Elegir las causas éticas, dignas de sobreponerse al miedo y actuar. Si hay ideales trascendentes que den sentido a nuestra vida, es mucho más fácil generar valentía y capacidad de lucha.
- La cobardía así como la valentía no son características intrínsecas al hombre. Son decisiones voluntarias. La valentía nos lleva al mundo de la dignidad, al de la fidelidad a nuestro proyecto vital, a nuestros sueños.
10:04 | Etiquetas: CALIDAD DE VIDA | 0 Comments
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