EMOCIONES




‘Son buena
s todas aquellas emociones que le refuerzan y le elevan; es
inconveniente aquella emoción que sólo se apodera de una parte de su ser y lo
distorsiona’.
Rainer M. Rilke

LAS EMOCIONES
Las emociones son fuerzas muy poderosas, tienen una gran energía y son el motor más importante de la conducta del ser humano. En otras palabras, la mayor parte de la veces, lo que hacemos esta determinado más por nuestras emociones que por la razón.
En ocasio
nes nuestros sentimientos nos asustan y los reprimimos o los ignoramos y lo que ocurre es que adquieren más fuerza, se esconden en el depósito del subconsciente y desde allí nos neurotizan o nos enferman. Y de repente, sin saber por qué, afloran a la superficie y pueden abrumarnos y hacernos sufrir.
Cuando una emoción se presenta es muy importante reconocerla, contemplarla,
sumergirnos dentro de ella para descubrir su significado.

La emoción es definida como un ‘estado de ánimo que se caracteriza por una
conmoción orgánica, producto de sentimientos, ideas o recuerdos, y que puede
traducirse en gestos, actitudes, risa, llanto, etc.
La palabra emoción proviene del latín motere (moverse). Es lo que hace que nos
acerquemos o nos alejemos a una determinada persona o circunstancia. Por lo tanto, la emoción es una tendencia a actuar, y se activa con frecuencia por alguna de nuestras impresiones grabadas en el cerebro, o por medio de los pensamientos cognoscitivos, lo que provoca un determinado estado fisiológico en el cuerpo
humano.

EL PROCESO EMOCIONAL

Las sensaciones físicas acompañan a nuestras emociones y sentimientos. Cada
emoción está vinculada a elementos fisiológicos precisos: tanto la respiración como el tono muscular, el pulso cardíaco, la presión arterial, la postura, los movimientos y las expresiones faciales.
Las sensaciones son ejemplos de excitación: la
transpiración y el rápido ritmo
cardíaco del temor, la sensación de falta de sentimientos o de muerte cuando rechazamos o perdemos algo que apreciábamos.
Las pautas fisiológicas o musculares habituales comienzan a determinar por sí
mismas los estados anímicos. Los elementos de una emoción son, pues:
1) Una situación, que genera sentimientos, ideas o recuerdos.
2) El estado de ánimo consiguiente.
3) La conmoción orgánica expresada en gestos, actitudes, risa, llanto...
4) El comportamiento subsiguiente.

Estamos siempre constituidos, en la vida familiar, en el trabajo y en cualquier
otra circunstancia, por tres elementos: las emociones primarias, las relaciones
afectivas y las representaciones simbólico / racionales.
Hay dos tipos de procesos que afectan nuestro equilibrio emocional: los internos,
donde el flujo y el reflujo de los neurotransmisores eleva o baja la excitación, y los externos, las interacciones con el ambiente, incluidos los intercambios con otra gente.
Pero conviene recordar que cuando usted dice: ‘Fulano me sacó de quicio’,
supone que la emoción es el resultado directo de un hecho externo: lo que alguien hizo. Usted toma conciencia de la emoción, pero no de la interpretación automática de lo sucedido. No es posible reaccionar directamente a un hecho determinado, salvo en circunstancias de peligro; con esta excepción, antes de reaccionar ante un hecho tenemos que interpretarlo. Los sentimientos no surgen hasta tanto la mente no haya captado lo que sucedió, y decidido su significado. Esa tarea es realizada por la mente empírica, y la lleva a cabo tan automáticamente, que no nos percatamos de que la mente está funcionando. Todo lo que sabemos es que reaccionamos emotivamente a algo que sucedió.

Pero también es cierto que las respuestas emocionales, en su mayoría, se generan inconscientemente. Conviene señalar que los sucesos sin carga emocional, como los pensamientos, no desplazan tan fácilmente a las emociones

LA FUERZA DE LAS EMOCIONES

Cuando las personas buscamos situaciones como ir al cine, a los parques de atracciones, comer bien, beber o consumir drogas, lo que estamos haciendo es buscar recursos que pongan en marcha estados emocionales determinados.
Tenemos poco control sobre nuestras reacciones emocionales. Cualquiera que
haya tratado de fingir una emoción, o que haya percibido esto en otros, sabe que es una tarea inútil. La mente tiene poco control sobre las emociones, y las emociones pueden avasallar la conciencia.
Finalmente, cuando las emociones aparecen, se convierten en importantes
motivadores de conductas futuras, y no sólo influyen en las reacciones inmediatas, sino también en las proyecciones futuras. Pero asimismo pueden ocasionar problemas.
Cuando el miedo se torna ansiedad, cuando el deseo conduce a la ambición, cuando la molestia se convierte en enojo, el enojo en odio, la amistad en envidia, el amor en obsesión, el placer en vicio, nuestras emociones revierten en contra nuestra. La salud mental es producto de la higiene emocional, y los problemas mentales reflejan en gran medida trastornos emocionales.
Por otro lado, las alteraciones emocionales afectan, tanto en niños como en
adultos, la atención y la concentración, dañando la capacidad intelectual. La buena nueva es que aunque no podamos evitar que aparezcan las emociones
negativas, sí podemos impedir que arraiguen’.


Nuestras emociones pueden proporcionarnos INFORMACIÓN VALIOSA sobre NOSOTROS MISMOS, sobre OTRAS PERSONAS y sobre determinadas situaciones.
El haber descargado nuestro mal humor sobre un compañero de trabajo puede
indicarnos que nos sentimos abrumados por un exceso de trabajo. Sentir ansiedad ante una próxima exposición puede ser una SEÑAL de que necesitamos preparar mejor nuestros datos y cifras. La frustración ante un cliente podría indicar que nos convendría encontrar otras formas de transmitir el mensaje.
Si escuchamos la INFORMACIÓN que nos proporcionan las emociones, podremos
modificar nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones.

EL PROCESO DE LAS EMOCIONES

Cuando dirigimos una mirada introspectiva a nuestras emociones, las encontramos obvias y misteriosas a la vez. Son los estados de nuestro cerebro que mejor conocemos y que recordamos con mayor claridad. Sin embargo, a veces no sabemos de dónde proceden. Pueden cambiar lenta o repentinamente, y las causas pueden ser evidentes o confusas. No siempre entendemos por qué nos levantamos con el pie izquierdo.
Podemos ser agradables o desagradables por otros motivos que los que creemos que están guiando nuestras acciones. Podemos reaccionar ante el peligro antes de ‘saber’ que estamos en una situación perjudicial.
Conviene también señalar que las emociones tienen un fuerte contenido social:
ocurren entre individuos, más que en cada individuo.

MANIFESTACIONES FÍSICAS DE LAS EMOCIONES PRIMARIAS

Ira. La sangre fluye a las manos, y así resulta más fácil tomar un arma o golpear un enemigo; el ritmo cardíaco se eleva, lo mismo que el nivel de adrenalina, lo que garantizaque se podrá cumplir cualquier acción vigorosa.

Miedo. La sangre va a los músculos esqueléticos, en especial a los de las piernas, para facilitar la huida. El organismo se pone en un estado de alerta general y la atención se fija en la amenaza cercana.

Felicidad. Aumenta la actividad de los centros cerebrales que inhiben los
sentimientos negativos y pensamientos inquietantes. El organismo está mejor preparado para encarar cualquier tarea, con buena disposición y estado de descanso general.

Amor. Se trata del opuesto fisiológico al estado de "lucha o huye" que comparten la ira y el miedo. Las reacciones parasimpáticas generan un estado de calma y satisfacción que facilita la cooperación.

Sorpresa. El levantar las cejas permite un mayor alcance visual y mayor iluminación en la retina, lo que ofrece más información ante un suceso inesperado.

Disgusto. La expresión facial de disgusto es igual en todo el mundo (el labio
superior torcido y la nariz fruncida) y se trataría de un intento primordial por bloquear las fosas nasales para evitar un olor nocivo o escupir un alimento perjudicial.

Tristeza. El descenso de energía tiene como objeto contribuir a adaptarse a una
pérdida significativa (resignación).

EL PODER DE CONTAGIO DE LAS EMOCIONES

Las emociones son contagiosas. Si transmitimos con tanta facilidad los estados de ánimo, eso se debe a que pueden ser señales vitales para la supervivencia. Nuestras emociones nos indican en qué concentrar la atención, cuándo prepararnos para actuar. Son captadores de atención, que operan como advertencias, invitaciones, alarmas, etc. Se trata de mensajes potentes, que transmiten información crucial sin poner necesariamente esos datos en palabras.
Las emociones son un método de comunicación eficiente.
Opera el mismo mecanismo colectivo cada vez que se divulga el rumor de una alarmante caída en las ventas, de una inminente ola de despidos, de una nueva amenaza por parte de cierto competidor. En la cadena de comunicaciones, cada persona activa el mismo estado emocional en el que sigue, y así pasa el mensaje de alerta.

LA HERENCIA GENÉTICA Y EL TEMPERAMENTO

Sin duda, crianza, educación y experiencias modelan a la persona en que nos convertimos. Nuestra emotividad está ciertamente influida por mensajes de la infancia que recibimos de nuestros padres, cuánto hemos sido heridos en relaciones vitales y la clase de decisiones conscientes que hemos tomado acerca de nuestros sentimientos.
Indiscutiblemente, las experiencias de la vida pueden modelarnos en muchos sentidos, pero no son los determinantes más importantes. La biología y la genética parecen ser mucho más importantes. Nuestro temperamento natural pone la firma, la marca definitiva a quiénes somos, a cómo navegamos psicológicamente a través del mundo. Y cuando se entiende esto, se descubre que es liberador antes que lo contrario: se sabe exactamente por qué uno se siente como se siente y lo que se debe hacer para sentirse mejor y cómo sentirse más cómodo con aquellos que lo rodean a uno.
Cada persona hereda por el proceso genético ciertas características y tendencias
de sus padres biológicos.
Algunas características están completamente determinadas. Otras sólo reciben una influencia parcial. Por ejemplo, la estatura máxima, el color del pelo y el color de los ojos están completamente determinados. No obstante los rasgos emocionales, tales como laboriosidad, la hostilidad, el carácter amistoso o la valentía sólo están influidos parcialmente por la herencia genética.
Los componentes emocionales de los padres de un niño se transmiten a éste por
los cromosomas, del mismo modo que el color de los ojos. Los niños nacen con
determinadas tendencias emocionales.

Los componentes emocionales, entonces, los siguientes :
• Nuestra herencia genética, que constituye nuestro temperamento.
• Nuestra crianza y las experiencias infantiles, que sumadas a lo anterior
pueden formar lo que comúnmente llamamos ‘carácter’.
• Las experiencias como adultos, y el contexto de las mismas, que pueden
fortalecer nuestras tendencias caracterológicas o debilitarlas.
Cada tipo de temperamento posee una base bioquímica que dicta predecibles pautas y respuestas emocionales a cada situación vital.

Siembra y cosecharás.
Cuida tus pensamientos. .porque se volverán palabras Cuida tus palabras... porque se volverán actos
Cuida tus actos. porque se harán costumbre Cuida tus costumbres… .porque forjarán tu carácter
Cuida tu carácter… .porque formará tu destino Y tu destino será tu vida.
” Nuestras dudas son traidoras y a menudo nos hacen perder las cosas buenas que pudiéramos conseguir. ”


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