CARTA PARA EL HOMBRE QUE NO ME SUPO AMAR

El amor nunca podrá ser una emoción pasiva ni unilateral.

Supongo que cuando nos enfrentamos a una ruptura amorosa lo primero que hacemos es buscar culpables. En este caso, y para no dejar de lado esta importante tradición, me gustaría culpar a mi propia inocencia por haberme enamorado de ti de la forma que lo hice. La verdad es que nunca imaginé que un sentimiento de esta intensidad se desarrollaría en mi interior. Fue casi como ver crecer a una pequeña planta, lentamente, cuadro a cuadro y pronto verse enfrentado a que esta pequeña se había convertido en un árbol.

A pesar de la lentitud, no fui capaz de comprender los signos de advertencia que se daban a mi alrededor. Lentamente comencé a ahogarme en la profundidad de tu mirada y tus silencios me ponían cada vez más ansiosa. Supongo que fue esto lo que me hirió más: la falta de palabras junto a las expectativas y sueños que lentamente fui tejiendo entre mis manos.

Me hirió que a pesar de que podía sentir la verdad en mi cuerpo y hasta en el frío que sentía en los huesos nunca fuiste capaz de decírmelo. Con nosotros no hubo despedidas ni palabras desgarradoras, tú simplemente te desvaneciste, como si repentinamente hubieses tenido la habilidad de hacerte uno con el aire que respiraba.

Nunca admitiste la real razón y es por eso que muchas noches sigo especulando si es que la culpa habrá sido mía. Hoy, y mientras escribo esto, he decidido que si alguien será culpable ese serás tú con tu falta de madurez y tu incapacidad de decir las cosas por su nombre. Tu silencio fue una constante casi desde el principio y las únicas veces en las que nos conectábamos era cuando decidías que tenías, finalmente, ganas de besarme.

Nunca llegué a ver más de ti que eso. Creo que estaba siempre a la espera de ese momento en el que finalmente te quitarías la máscara y me revelarías a tu verdadero yo. Imaginaba que ese sería el momento en el que nos daríamos cuenta que éramos el uno para el otro porque yo sería la única capaz de comprenderte y ayudarte. Fui ilusa e ingenua.

Finalmente me decidí a dejar ir tu recuerdo. Tu presencia ya no formaba parte de mi vida cotidiana hacía meses. Creo que he comprendido que ambos nos merecíamos el mismo tipo de felicidad, que el amor no es ni nunca podrá ser una emoción pasiva ni unilateral. Supongo que es por esta misma razón que me niego a decir que lo que tuvimos fue “amor.” Si puedo hablar de amor, y si se me permite hacerlo, llegué a la misma conclusión que muchos otros antes que yo: que el amor que realmente importa es el amor propio y que amarse a uno mismo antes que a los demás nunca pasa de moda.

Sé que el hombre a quien le escribo esta carta nunca la leerá. O quizás sí, ya no puedo asegurar nada. Independiente de lo que suceda, espero que puedas sacar una lección de esta vivencia de la misma forma que lo hice yo. Después de todo, cada cosa que nos pasa en la vida es una lección que debemos atesorar.

LA SALUD MENTAL ESTÁ EN TÍ

Todos los días, cuando iniciamos la jornada tenemos la percepción que estamos en un barrio muy difícil, en una ciudad muy complicada y en un país que tiene muchas dificultades, algunas de ellas,  aparentemente insalvables. Nuestro despertar está signado por algunos llamados al pesimismo y aparece la primera queja, la primera indignación, el primer desconsuelo. Durante todo el día, cada día, nos convencemos de estar en un lugar en el que se hace difícil vivir y hacemos todo lo posible por convencernos que hemos sobrevivido, a pesar de todo, cuando el día termina.

En el mundo postmoderno hay cada vez más apuro por vivir, por estar conectados, por no estar solos, por sentir que alguien nos observa para admirarnos y amarnos. Desconectarse por horas no parece una opción. Extrañar a alguien o esperar ansiosamente a que aparezca, es cada vez más lejano. Contar con la paciencia para esperar y hasta para dejar de esperar, es una extraña sensación.

La multitarea, las respuestas inmediatas sin mediar las distancias geográficas, ni los horarios, y la información disponible sin necesidad de analizar o crearla porque ya está hecha, es nuestra lógica hoy. ¿Qué tan malo es? Como todo... Depende del uso y la intención.

Hay muchas dificultades, disfuncionalidades, desadaptaciones y trastornos mentales evitables que pueden provenir de lo propuesto más arriba. Mantener el equilibrio entre las exigencias y las posibilidades de bienestar, gusto y placer es un proceso permanente, voluntario y centrado en análisis de las situaciones de la vida. Propongo algunas actividades que pueden darte más salud mental:

Paciencia: ¿y si te dijeras a ti mismo palabras que te ayuden a tener más tranquilidad ante la demora en la respuesta inmediata del otro? Las palabras son muy poderosas para convencerte que algo es más difícil, más catastrófico, o más hostigante hacia la otra persona, sólo por no tener algo más de tranquilidad para asumir la frustración que te provoca la falta de atención de quien esperas respuesta. Podrías decir algo como: "las personas están tan ocupadas como yo. En algún momento me contestará". "No todo el mundo debe pensar como yo, ni hacer su tarea como yo lo hago o como a mí me gusta. Esto me altera, pero puedo entenderlo". "Puedo esperar un poco más sin que esto me altere emocionalmente. Mi compromiso es con mi bienestar".

Conectividad: algunos afirman que la tecnología acerca a los que están ausentes y aleja a los que están presentes. ¿Y si fuera verdad? ¿Alguien a tu alrededor te ha reclamado que lo mires más, que le prestes atención, que dejes a un lado el aparato electrónico para que escuches a quien te habla? ¿Y si te propusieras dejar cargando el aparato electrónico y aprovecharas para conversar con las personas cercanas, para abrazarlas, tocarlas y saber cómo están? Pero además, qué bien que hace conversar contigo mismo, sin influencias externas, sin temas impersonales, sin la presencia de tantos que te distraen de la conversación contigo mismo. Darte un tiempo para escucharte y para saber de ti hace que esas palabras que resuenan, puedan ser las más amables del día.

Deberes sociales: la linealidad de las metas dependiendo de la edad está siendo alterada por las múltiples posibilidades para vivir la vida. Ya no es obligatorio casarse, tener hijos, comprar una casa, cambiar el carro cada dos años y tantas otras obligaciones impuestas para “ser feliz”. Si quieres tener cinco hijos y lo vas a disfrutar, ¿a qué esperas? Si los automóviles son tu pasión y quieres ahorrar para tener el que te gusta, no lo hagas esperar. Pero si nada de eso te apasiona, busca lo que está ahí, en tus sueños realizables para hacerlo realidad. Paso a paso, buscando ser feliz en el proceso, sin apurarte obsesivamente en conseguirlo y paladeando cada trocito de logro. El bienestar, la felicidad, la satisfacción vital está en el camino, en el transcurrir, en el vivir cada día con intensidad, sabiendo que caminas hacia algún lado. Las metas son otra parte del camino.

Dar y recibir amor: de eso no te puedes privar. Todas las personas para amar a tu alrededor como tu familia más cercana, tus amigos, tu pareja, tus mascotas, ámalas con el corazón, con amplitud, a manos llenas, pero sin rogar por amor, sin negociar la dignidad, sin desequilibrar el respeto hacia tí mismo. El amor se regala, para dar y obtener bienestar, no para sufrirlo. Elige amor con respeto.
Cada día nuestra salud mental se pone a prueba y la realidad a veces parece superar nuestra capacidad de enfrentarla, pero la mayor parte de ello está en nuestras manos. Tómalo sin dudar, sin condicionarte más allá de lo requerido, sin esperar un día más: tu salud mental está del lado de tu decisión por buscar tu bienestar.

EL DÍA QUE ACEPTÉ QUE SIMPLEMENTE NO ERAS PARA MÍ

En este texto una mujer escribe a su pareja las razones por las que entendió y aceptó que simplemente él no era para ella, siendo la razón principal su amor propio. Esperamos te sirva este mensaje.
Primero que nada, quiero que sepas que el darme cuenta que quererte no era suficiente no fue para nada fácil. Siempre se nos ha enseñado que el amor es más fuerte que cualquier otra cosa. Nos lo dicen las películas, los libros, los cuentos de hadas. Incluso yo era de las personas que creían que el amor lo podía todo. Pero me dí cuenta que no, y aunque parezca un poco duro de mi parte, en nuestro caso el amor no fue suficiente. No bastó con sentir que el corazón me latía tan fuerte que casi se salía cuando tus brazos me rodeaban, ni tampoco lo fue pensar que, al fin, había encontrado a la persona con la que pasaría el resto de mi vida.
Yo quería seguir a tu lado, despertar contigo en las mañanas, que me tomaras la mano al salir de casa; quería seguirte deseando ‘buenas noches’ antes de que apagaras la luz, incluso si ibas a dormir justo a lado mío. Y, aunque suene extraño, también quería otras cosas que no eran tan buenas como seguir ignorando ese vacío en tu mirada o la forma en que mirabas a otras chicas cuando íbamos por la calle.
Me negué a preguntarte cosas que sabía, porque no quería escuchar tus respuestas a preguntas como qué tan seria era nuestra relación, si acaso teníamos un tipo de exclusividad o, peor aún, si lo que sentías por mí era amor verdadero. Ese fue uno de los peores errores que cometí, porque dentro de mí algo me decía que debía salir de allí.
El amor no siempre es sencillo. Pero hoy sé que lo que sentía por ti no era amor, o al menos no era amor verdadero. Y no te ofendas por favor. He comprendido que el amor nunca quita, al contrario, el amor siempre da y sin pedir nada a cambio.
Han pasado los años y he madurado. Fue inevitable que tú te quedaras atrás. Pero no siempre todo fue tan sencillo como lo es ahora ni siempre fui la persona que soy ahora. Hubo meses difíciles en los que me sentía perdida, en los que me ahogaba y desaparecía entre mi propia angustia y los pensamientos que tanto me aterraban. Sabía que un día te irías lejos y no tenía idea de cómo controlar el miedo que sentía de perderte.
El proceso fue largo. Me tomó meses, y tal vez si no hubiera tenido tanta fuerza de voluntad, me hubiera tomado años. Pero un día decidí que era hora de pensar en mí. Recuerdo que muchas veces me acusaste de tomar la decisión equivocada, de ser egoísta y de negarme a ver la realidad. ¿Sabes algo? Tus palabras tuvieron un efecto contrario al que deseabas y fue gracias a ellas que un día desperté a mi realidad.
Tú sólo te amabas a ti mismo, y yo no podía continuar entregando algo que ni siquiera tenía para mí misma. ¿Cómo podría amarte si ni siquiera me amaba yo? No era posible. Ahora comprendo que no se puede amar a alguien sin antes amarte a ti misma, con los defectos pero también con todas las virtudes que te hacen ser lo que eres.
Nunca voy a olvidar el día en el que fui lo suficientemente fuerte como para decidir lo que antes tanto miedo me había causado. Fue como haberme liberado, como romper las cadenas y abrir la puerta que por mucho tiempo había permanecido cerrada.
Aunque te parezca extraño, quiero agradecerte, porque fue por esta experiencia que viví contigo que aprendí a valorarme y amarme como siempre debí haberlo hecho. Quiero que lo sepas. Incluso cuando el destino te llevó por un camino diferente al mío.
Espero que tú también hayas cambiado y que las chicas que la vida puso a tu lado hayan sabido diferenciar entre lo real y lo falso de tus palabras.
Te quise y no me arrepiento, porque supe que a pesar de todo seguía siendo lo suficientemente humana como para ser capaz de amar. Incluso si no eras para mí.

FALLÉ, PERO HOY POR FIN ME PERDONÉ


Miro de reojo el pasado sin poder evitar recordar los momentos que pase, las heridas, las decisiones equivocadas, las caídas.

Sé  que confié en palabras falsas, en promesas que no tenían la intención de ser cumplidas, deje que jugaran con mis ilusiones, que rompieran en pedazos mis pasiones, creí en mentiras y contradicciones.

Me equivoque cuando entregue mi amor a quien no lo supo cuidar, fallé más de una vez cuando mis besos le entregue a quien no me sabía querer, fallé al creer que podía cambiar la perspectiva de alguien más, su manera de amar, pero sobre todo, me fallé a mí misma por sobreponer a los demás antes que a mí, fallé también cuando perdoné a quien no lo merecía, y cuando me desquité con el que menos debía.

Hoy es momento justo para perdonar, para volver a empezar, para dejar el pasado atrás y caminar de frente, con la cara en alto; el momento justo para volver a reír, para volver a soñar, el momento exacto para recordar cómo se siente la felicidad.

Fallé mil veces, lo sé, pero hoy puedo comprender que es de humanos errar, que esto nos enseñará el valor para cambiar, para aprender, para valorar. Es normal caer, el error está en acostumbrarse al suelo, aferrarse a él por miedo a levantarse, por miedo a volver a caer. Fui así como me levanté del suelo, sacudí mis rodillas y camine de nuevo; amé sentir el viento en mi cara, mis pasos firmes al andar, sin miedo, sin rencores, sin complejos.

Me perdoné, por fin me perdoné, volví a creer en mi capacidad para volar, para alcanzar mis metas, para seguir mis sueños, para reír sin miedo. Entendí que cada nuevo día es una oportunidad distinta para intentarlo de nuevo, para empezar de cero. Aprendí a basar mi confianza en mis ganas de vivir, y no en mi angustia por fallar de nuevo, aprendí que ningún camino está trazado con tinta indeleble, que solo yo puedo cambiar la ruta, de trazar alguna que me acerque un poquito más a mis sueños.

Me fallé, pero me perdono… y estoy ansiosa por comenzar de nuevo.

5 RAZONES POR LAS QUE LAS MUJERES ABANDONAN EL MATRIMONIO

Dos tercios de los divorcios son a pedidos de una mujer —un hecho triste—. Pero la pregunta importante es: "¿por qué?”
Según el National Center for Health Statistics (Centro Nacional de Estadísticas de Salud), cuando termina un matrimonio, dos tercios de las veces la mujer es la que presenta la demanda de divorcio. Es posible que un hombre abandone el matrimonio debido a la falta de intimidad, porque ha encontrado otra mujer o porque se siente que sus necesidades no son una prioridad en una relación; por el contrario, una mujer deja el matrimonio por razones muy diferentes. Estas son cinco razones por las que las mujeres terminan sus matrimonios:
 
1. Falta de conexión emocional
Los hombres se sienten cerca de sus esposas a través de la intimidad. Generalmente, las mujeres necesitan sentirse conectadas emocionalmente a sus maridos primero, y luego el deseo sexual surge de esa conexión. Cuando las mujeres buscan un compañero fuera de sus matrimonios, es más a menudo por la conexión emocional que la conexión física. A las mujeres les gusta que sus compañeros las conozcan y las escuchen. Los maridos más exitosos saben lo que a sus esposas les gusta y lo que sus esposas piensan.
2. Diferencias en el manejo de las finanzas
Algunos pueden pensar que la falta de dinero lleva a una mujer a salir de un matrimonio, pero los divorcios son más probables que ocurran debido a las diferentes expectativas en cuanto al manejo de las finanzas. Una esposa puede creer en la importancia de ahorrar, evitar deudas y realizar inversiones sabias; su marido quizás desea tomar más riesgos con el dinero y gastarlo más libremente —o podría ser justo lo contrario—. El punto es que los cónyuges a menudo no ven el dinero en la misma forma. Es importante hablar abiertamente acerca de las finanzas y llegar a un consenso sobre la mejor manera de administrarlas.
3. Un hombre que rara vez está en casa o comparte poco con la familia
Si el marido es el principal sostén, él puede creer que mientras más duro trabaja, más amor y dedicación le está demostrando a su familia. Pero si él trabaja hasta tarde la mayoría de los días, o viaja mucho, entonces su mujer puede empezar a cuestionar si realmente ella importa. Si hay niños involucrados y el marido nunca está en casa, el resentimiento puede crecer en ellos o en su esposa.
4. La incapacidad para resolver conflictos
Dos personas no siempre van a estar de acuerdo todo el tiempo. Por el contrario, la clave está en reconocer y adaptarse a las diferencias en lugar de tratar de evitarlas. Alejarse, negarse a tratar las diferencias o evitar la comunicación nunca resolverá nada. Según un estudio de la Universidad de Michigan, "un patrón particularmente tóxico es cuando solo un cónyuge se ocupa constructivamente de discutir una situación con calma, escuchar el punto de vista de la pareja o trata de averiguar lo que su pareja está sintiendo, mientras el otro cónyuge se aísla". La mejor manera de resolver los conflictos es mantener la calma, escuchar al otro y buscar una solución.
5. Controlar o comportamiento abusivo
En cualquier matrimonio, además de ser un "nosotros", es necesario que haya un "yo" y un "tú". Los matrimonios funcionan mejor cuando dos personas separadas con diferentes intereses se unen y encuentran puntos en común. El amor no es igual control sobre el cónyuge. Por ejemplo, a muchas mujeres les gusta estar rodeadas de familiares y amigos, y le será difícil si se sienten que están siendo aisladas. Y, por supuesto, está demás decir que el abuso físico o emocional nunca, nunca es aceptable.
Recuerda el refrán, "esposa feliz, vida feliz." La forma más sencilla para mantener a una esposa feliz es hacer de tu matrimonio un refugio seguro. Habla con ella, conoce lo que le gusta y lo que la apasiona. Conéctate con ella emocionalmente, y te puede sorprender lo rápido que mejorará tu vida amorosa.

LLEGÓ LA HORA DE DEJARTE

Te dejo porque pinté susurros para los que los únicos oídos sordos fueron los tuyos. Te dejo porque la dejada fui yo desde el momento en el que comencé a ser la única que besaba. Te dejo porque he sido un yo contigo. Un yo contigo en el que he perdido una importante parte de ti. 
La parte con la que soñaba
Te dejo porque has ralentizado mis ganas, mis sueños y casi todas mis emociones. Porque te has convertido en un ibuprofeno de lo que sentía hacia ti. Porque has sido un tropiezo en mi vida, las espinas de mi rosa y, en esta relación, una experiencia más agria que dulce. 
Comencé a tu lado lo que, creía, sería el libro más bonito de la historia. Aquel al que no se le terminarían los capítulos, aquel en el que me apeteciera doblar la esquina de cada página para recordarme que en ella había algún instante inolvidable plasmado en la memoria de nuestro relación. y, sin embargo, no hice más que coleccionar páginas en blanco. Espacios vacíos, en los que, escribir aquello diariamente, quería que ocurriera. Un libro al que terminaron poniéndole tinta mis sueños frustrados, la forma en la que no me mirabas y las caricias que no recibí. 
Una obra titulada “Ojalá tú”
un libro que hoy saco de la estantería de mis esperanzas vacías, para venderlo en una tienda de segunda mano. Una tienda en la que además, todo aquello que se vende, son sentimientos en liquidación. 
Te dejo.
Pero sobre todo, si te dejo con algo es con las ganas. 
Con las ganas de haber podido saber lo que habría sido nuestra vida en común. Con las ganas de que me quedase contigo aún recibiendo una cuarta parte de lo que te daba. con las ganas de que me conformase con lo que ni siquiera merecía y, con las ganas amigo, de que te dijera a todo que sí. 
Así que llegados a este punto, y tras agotar la paciencia que nunca tuve, te confieso que soy intolerante. Intolerante a la infelicidad. Tú has sido mi alegría y nuestra relación un sarpullido. Hoy entiendo que lo único en común que hubo entre nosotros, fue la idiotez.
La mía, la que tuve cuando decidí quedarme contigo.
La tuya, la que llevas impregnada en tí. 

MÁS VALE UNA SOLEDAD DIGNA, QUE UNA RELACIÓN INCOMPLETA...

Tememos a la soledad, tanto hombres como mujeres, pero la soledad a veces no sólo es necesaria sino que es curativa. Estar solo significa poder pensar en nosotros mismos, en lo que deseamos, en lo que soñamos y, sobre todo, en cómo nos sentimos.
Estar solo no significa estar triste, significa disfrutar de ese momento, de esos días, de esos años, para relajarnos, para exprimir la vida. La soledad nos dignifica, nos aleja de relaciones que son incompletas, que nos hacen daño.
“La soledad no me debilita, me fortalece, me llena de algo extraño que me nutre, me habla de noche, me cuenta cuentos, historias que son verdad, que son verdades”. Chavela Vargas
Ser feliz con uno mismo
No podemos hacer depender nuestra felicidad de otra persona, de una pareja. Si no eres feliz solo, no lo serás en pareja. Quererse a uno mismo es fundamental para que otra persona nos quiera. ¿Cómo pretendes que alguien te quiera si tú no te quieres?
La soledad se asocia al desarrollo espiritual, de hecho personajes como Cristo, Buda o Mahoma, tuvieron revelaciones cruciales en soledad. También se relaciona la soledad con la creatividad, puesto que escritores, filósofos y científicos la han elogiado como un elemento fundamental para la generación de nuevas ideas.
Actualmente, las redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, permiten estar continuamente conectados con otras personas, pero parece que se fomenta el estar conectado con alguien siempre y cuando esa persona no seas tú mismo. Pero el amor por nosotros mismos, el pensar en nosotros, es un acto de egoísmo necesario en muchas ocasiones.
Existe una idea muy arraigada de que muchas cosas se deben hacer en compañía, pero ¿Qué ocurre si vas al cine sólo, si vas a tu restaurante preferido sólo, si te quedas solo en casa un sábado por la noche, si vas a una exposición solo? Lo único que ocurrirá es que disfrutarás.
Con los años, la soledad es mejor compañera
Somos animales sociales, es un hecho, pero con el paso de los años, cada vez se reduce más la necesidad de estar con otras personas continuamente. Con la edad tenemos más claros nuestros intereses y nos centramos en ellos, sin necesidad de probar otras cosas que no nos gustan o de relacionarnos tanto con otras personas.
Simplemente se alcanza un equilibrio en el que disfrutaremos igual de nuestra soledad, que del tiempo que compartimos con otras personas. La soledad puede volverse una compañera con la que también pasar parte de nuestro tiempo.
La soledad puede ser la oportunidad para desarrollar nuestras inquietudes personales o laborales, para dedicarnos a cuidarnos física y mentalmente. No hablamos de una soledad triste, sino de una soledad buscada y necesaria para reconciliarnos con nuestra mente y nuestro espíritu.
“La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”. Arthur Shopenhauer
Decir adiós a una relación incompleta
Muchas veces relacionamos la soledad con no tener pareja, pero incluso en casos en los que tenemos pareja y no nos sentimos bien, es bueno realizar una reflexión profunda sobre cómo es la relación que tenemos y la que queremos.
Una gran dosis de crudo realismo, es dura pero esencial para ver lo que no queremos ver. Una relación en la que te sientes mal, no te servirá, una relación en la que te tratan mal, no te servirá. Huye cuanto antes.
Di adiós a lo que te hace sentir mal, es difícil despedirse, pero no mata. Durante un tiempo pensarás en los buenos momentos que compartiste con esa persona, pero no debes olvidar la realidad. Deja que el tiempo acaricie las heridas, no te precipites en buscar a otra persona, disfruta de ti mismo.
Siempre existe un periodo de duelo tras una ruptura de pareja, que suele durar entre seis meses y un año. Si necesitas llorar, llora, si necesitas pasear bajo la lluvia, hazlo, si necesitas olvidar di ¡basta!, cada vez que aparezca un recuerdo que te lleve al pasado.
Ahora eres libre, con todo lo que ello significa. Decide, disfruta, haz y deja de hacer, camina, corre, sueña, besa, abraza, mira, exprime la vida. Deja que la soledad te envuelva, que sea un manto cálido, deja que tus pensamientos vuelen libres, que tus sentimientos afloren en tu piel.
“He decidido hacer lo que me gusta, porque es bueno para la salud”. Voltaire

TE AMO, PERO NO QUIERO QUE VUELVAS....

Hazlo al estilo Terminator y dile “hasta la vista baby” a una relación tóxica. 
Te quiero pero no quiero que vuelvas. Si hace poco cortaste con una relación en la que te la pasabas llorando, desanimado, celoso y sobretodo, aburrido la mayoría del tiempo ¡felicitaciones! Sabemos que tomar este tipo de decisiones es una ardua tarea, ya que no es nada cómodo despojarse de las cadenas del apego irracional.
Existen muchas parejas que confunden el amor con la codependencia, y de esta última se derivan comportamientos tóxicos y cíclicos que pueden terminar destruyendo pilares como la dignidad, la autonomía y la autoestima. Por eso, si recientemente le expresaste a tu ex: “te quiero, pero no quiero que vuelvas” sigue firme en tu posición. Es normal que lo extrañes, que te sientas solo a ratos o incluso incompleto, pero lo importante radica en que entiendas que lo que sientes es pasajero y sobretodo, producto de haber salido de tu zona de confort.
Por más irónico que pueda parecer, muchas personas viven un infierno en sus relaciones pero hacen hasta lo imposible para evitar que terminen dado a que creen ciegamente en que les resultará imposible continuar con su vida sin la compañía del otro. También ocurre que uno de los miembros de la relación se niega a comprender que las cosas se acabaron y continúan buscando de manera obsesiva a su ex. Si ese es tu caso, es más que urgente que le repitas cuantas veces sea necesario: “te quiero pero no quiero que vuelvas”.
Es natural que dudes durante el proceso, pues las relaciones destructivas de este tipo dejan un aparente y doloroso vacío, producto del sometimiento y los comportamientos hirientes a los que te habías acostumbrado. Lo importante es que tú mantengas la calma y confíes en que todo saldrá bien, luego del necesario rompimiento.
A continuación, te dejamos unos consejos para que sepas cómo actuar luego de haber dicho: “te quiero pero no quiero que vuelvas”.
Te amo, pero no quiero que vuelvas  No. 1:
En su libro “¿Amar o depender?” (1999) el psicólogo y escritor Walter Riso afirma que: “lo peor que le puede pasar a una persona que se está separando es tener amigos objetivos. No falta quien quiera parecer equilibrado y ecuánime. La mayoría de la gente opina sin tener idea. Además, como los sujetos apegados ocultan sus problemas de pareja, los allegados suelen permanecer ignorantes de los detalles domésticos. Es mejor rodearse de personas incondicionales que nos animen y apoyen en la decisión”. Así que ya sabes, si necesitas firmeza en una decisión que tomaste porque sabes que es lo mejor para ti, busca quien te brinde apoyo. No se trata de que te alcahueteen, sino de que te ratifiquen una elección que hiciste por tu propia salud.
Te amo, pero no quiero que vuelvas  No. 2:
Fortalece tu autoestima y convéncete de todo lo que vales como individuo de acuerdo a tus propios criterios. Los expertos recomiendan el siguiente ejercicio: recuerda momentos felices y anteriores a la relación de la cual acabas de salir, en los que te sentías rebosante en seguridad y alegría. Eso te ayudará a activar sentimientos positivos y te dará fuerzas para seguir adelante.
Te amo, pero no quiero que vuelvas  No. 3:
Como dice la canción “lo que pasó, pasó” y es hora de dejarlo atrás. De nada sirve estancarte en un pasado repleto de heridas abiertas. Sigue tu vida, enfréntate al duelo y haz actividades que te distraigan y nutran mientras tus dolores cicatrizan.
Te amo, pero no quiero que vuelvas No. 4:
Las relaciones basadas en el apego se asemejan a las adicciones a las drogas o al alcoholismo, por lo cual es más que natural que luego de una ruptura de ese tipo comiences a justificar todo lo malo que ocurría durante la relación. ¡Cuidado! Tu mente te está engañando tal como le pasa a un adicto cuando le quitan el vicio, en otras palabras, tú estás reclamando tu droga debido a la abstinencia. Mantente firme y fuerte, intenta no dudar pues es preferible enfrentarse a todo eso que retornar eso que te afecta.
Sin duda buscar ayuda profesional te ayudará a guiarte mejor en la decisión tomada y así será menos complicado sobrellevarla.

HOY DIGO ¡BASTA! POR TODO EL DAÑO QUE NOS HACEMOS

Hola, corazón:

Llevo un tiempo dándole vueltas y hasta hoy no he encontrado la forma de decírtelo. Espero que esta carta sirva para que entiendas lo que me pasa, lo que nos pasa. Hoy quiero decirte que ya basta, que no doy más, que no puedo seguir de esta manera. Así que si no quieres que esta carta sea una carta de despedida, presta atención a lo que quiero frenar.
Basta ya de excusas estúpidas para no hablar de los problemas; basta de hacerte el loco como si no pasara nada; basta de esconder la cabeza o de barrer los malentendidos, porque no quiero rencores bajo la alfombra; basta de ambigüedades; o me quieres o no me quieres; o luchamos juntos o nos decimos adiós. Pero sobre todo, basta de jugar como dos estúpidos a hacernos daño.
Hoy te digo basta. Porque no quiero más idas y venidas, no quiero enfados, ni malas caras, ni reproches. No quiero que te vayas, que desaparezcas y luego vuelvas sin decir nada. Basta ya. Si te vas, no quiero que vuelvas. Con este basta me libero de ti, me libero de tus cadenas, porque no voy a soportarlo más.
Disculpa si estoy siendo dura en esta carta, pero quiero dejar las cosas claras. Quiero que sepas que te quiero y que apuesto por nuestra relación. Pero no a toda costa. No voy a apostar por una historia de amor que me haga daño, que me haga insegura, como tampoco voy a apostar por un amor que no me valore. Por eso te digo basta.
¡Basta ya!

CONCLUSIÓN: Jugar con el amor es garantía segura de sufrimiento. Así que en algún momento alguien tiene que decir basta. Ni contigo ni sin ti puede ser una forma de vida apasionante, pero no es lo más adecuado para garantizar nuestra seguridad emocional, a ninguna  persona le serviría un amor así.

Seguidores

PAGINAS AMIGAS

http://www.madamealbert.com.mx/woman-c2lh http://elespaciodemartha.blogspot.mx/ http://xochitlndc.blogspot.mx/ http://cronicadeunaamantedeloslibros.blogspot.mx/ http://creadasaimagendedios.blogspot.mx/