ADOPCION, UNA ELECCION DE AMOR


"Cada niño tiene derecho a un padre y a una madre", y "en cualquier adopción, los intereses del niño prevalecerán sobre cualquier otro derecho" (Convención de La Haya de Protección Infantil).

¿Qué sabemos realmente sobre adopción? Para contestar a esta pregunta, en primer lugar necesitamos saber con certeza qué es "familia", a efecto de poder comprender por qué es necesaria la integración de un niño a un hogar.

La familia es mucho más que una mera unidad legal, social o económica.

Es una comunidad de amor y solidaridad dotada de manera única para trasmitir valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, que son esenciales para el desarrollo y el bien-ser de sus miembros y de la sociedad. La familia es también vínculo y dedicación permanente de generaciones pasadas con las presentes y futuras; como tal, es la base que sostiene unida a la sociedad.

Muchos estudiosos sociales han sostenido que la familia es la única institución que provee a los niños de un amor centrado en ellos, ya que todas las demás instituciones –incluyendo escuelas y centros de cuidado infantil– son intencionalmente hechos para ser imparciales.

Por tanto, para que la personalidad de los niños se desarrolle sanamente, es necesario que alguien se haga cargo de manera intensiva y constante de ellos, tan intensamente como sea necesario para otorgarles prioridad sobre otros pequeños. Es dentro de la unidad familiar en donde este cuidado intensivo normalmente se lleva a cabo.

En México hace tiempo leímos en los medios una noticia alarmante: alrededor de 1.5 millones de niños y adolescentes no viven bajo el cuidado de sus padres porque son huérfanos, han sido separados de su familia, viven en situación de calle, infringieron la ley, o han sido víctimas de algún abuso.

"Cuando una niña, un niño o un adolescente se vea privado de su familia, tendrá derecho a recibir la protección del Estado, que se encargará de procurarle una familia sustituta, y mientras se encuentre bajo la tutela de éste, se le brinde los cuidados especiales que requiera por su situación de desamparo familiar" (Art. 25 Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, México).

No hay cifras oficiales sobre la dimensión del problema, pero UNICEF calcula que en México existen 1.4 millones de niños huérfanos. El DIF (Sistema Nacional Para la Protección de la Familia), reporta poco más de 29 mil menores atendidos por instituciones de asistencia social y 94 mil en situación de calle en 100 ciudades del país.

Sin embargo, las instancias encargadas de brindar protección a los menores en desamparo –los DIF nacionales y estatales– carecen de recursos físicos, humanos y financieros para enfrentar la demanda de atención, supervisión y seguimiento de los infantes que no viven con sus padres.

El propio DIF nacional reconoce que sólo 4.6 por ciento de los menores en situación de desamparo tienen resuelta su situación jurídica. También hay orfanatos de asistencia privada, sin embargo, el Estado carece de capacidad para supervisar esos centros.

Actualmente las expresiones "dignidad humana", "dignidad personal", "derechos humanos" están siendo muy empleadas, pero en ocasiones sin una debida e intensa valoración del ser humano. En la práctica se niega la igualdad de derechos, lo cual equivale a negar la igualdad del "ser", o de la "naturaleza" a los no-nacidos, los nacidos con alguna diferencia notoria o a los infantes marginados o abandonados.

Todas las Declaraciones de Derechos Humanos, desde el texto de la Declaración de 1948 hasta el presente, han entendido que para muchos el principio de la dignidad humana pueda ser comprendido como fundamento último del orden moral y legal.

No obstante, esta convicción contrasta con una constatación práctica: "La gran divergencia existente en torno a las consecuencias éticas y jurídicas del principio de la dignidad humana" (cf. Aparisi, Ángela. En torno al Principio de la Dignidad Humana, Cuadernos de Bioética, 04).

La paradoja se presenta porque, por un lado, la dignidad aparece como el último y más importante fundamento del Derecho. Pero por otro, las consecuencias jurídicas que en la práctica se hacen derivar de este principio son tan confusas e incluso divergentes, que en ocasiones parece que nos encontramos ante una expresión vacía de contenido o, al menos, poco operativa en el campo jurídico.

De allí podemos deducir expresiones como el derecho a decidir o a escoger por parte de la mujer, cuya moralidad en consideración no puede divorciarse de "lo" que se escoge, pues no se trata más que de la vida o muerte de un ser humano en gestación. El hecho de que una mujer pueda considerar matar a su hijo y de que haya quienes defienden esa decisión, es evidencia de que algo está muy mal en nuestra sociedad.

La adopción es una decisión de la que no se habla lo suficiente; raramente algún caso de es tan llamativo como un caso de aborto. En el debate sobre esta práctica se habla de escoger: o la mujer o el hijo, la decisión debe ser sólo para uno de los dos. Cuando hablamos de adopción, el debate se transforma en ambos. No se tiene que escoger entre la mujer o el hijo; siempre existen corazones para amarlos a ambos.

Adopción es una situación de "ganar-ganar". Con su adopción, el infante gana porque a él (ella) no sólo se le da la oportunidad de vivir en un hogar con padre y madre amorosos que pueden proveerle de sus necesidades. Adopción es también una ganancia para aquellos matrimonios que escogen adoptar debido a que reciben el beneficio de criar una hermosa vida humana.

En último término, la adopción del menor es ganancia para la madre (y/o padre) de nacimiento porque se beneficia al saber que tomó una decisión seria y con madurez para otorgarle una oportunidad a su hijo y encontrarle un hogar seguro para vivir; con desprendimiento y generosidad compartió con otros esa nueva vida. Cuando las adopciones se hacen correctamente, hay motivos de alegría para la "tríada de adopción".

A pesar de las ventajas, la adopción ha caído en tiempos difíciles. En África se estima que actualmente hay 50 millones de huérfanos a causa del VIH/SIDA. Existen familias en Kenya encabezadas por abuelas solas que se han hecho cargo de dos, tres, cinco nietos, y además de otros niños huérfanos de padres fallecidos por el SIDA.

Los cuidan aunque realmente no tengan los medios suficientes para su sostenimiento. Debido a los problemas económicos mundiales, la situación de estos huérfanos tanto en Kenya como en toda África se ha vuelto aún más difícil.

Personalmente conozco a una familia estadounidense de raza blanca: padre, madre y cuatro hijos, quienes adoptaron a tres hermanos huérfanos de raza negra, oriundos de Mozambique, África. Sus padres y un hermano murieron de SIDA, por lo que los niños sufrieron grandes penalidades antes de ser adoptados por un orfanato de pocos recursos, para después ser trasladados a EU.

Actualmente, el mayor de ellos tiene 17 años, es un brillante alumno de preparatoria, tiene planes de estudiar leyes y posteriormente regresar a su país para ayudar a otros niños huérfanos que sufren por la carencia de hogar (Ver: www.familiesfororphans.org).

Según la United Nations Population Division, la adopción es un "acto legal que crea un vínculo equivalente a la filiación natural, con derechos mutuos y ciudadanía (de sucesión inter-estatal, adquisición de nombre, adquisición de ciudadanía) y permanente".

Aproximadamente 260 mil adopciones ocurren anualmente en el mundo; sin embargo, es un evento relativamente raro: dos por cada mil nacimientos. Los principales países de donde provienen los niños adoptados en el ámbito internacional son: China, la Federación Rusa, Guatemala, Ucrania y República de Korea. Los países de destino de los infantes adoptados son principalmente: EU, Francia, España, Italia y Alemania.

Debo mencionar que uno de los problemas en cuanto a la adopción de menores, es el hecho de que las madres solteras que enfrentan un embarazo imprevisto, a menudo tienen ideas erróneas sobre ésta, ya que piensan que abandonan a su hijo.

Cederlo es demasiado sacrificio y consideran que el aborto es una salida más fácil. Muchas de estas ideas tienen que ver con la falta de conocimiento de las múltiples facetas de la adopción y de la poca preparación de quienes tienen control directo de este delicado asunto.

CONSECUENCIAS DEL ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA

Depresión, abuso de sustancias, embarazos no deseados o contagio de enfermedades de transmisión sexual. Éstos son algunos de los "efectos secundarios" que sufren a largo plazo las mujeres que experimentan alguna forma de violencia sexual durante la infancia, además del trauma psicológico provocado por el episodio. Una tragedia, destaca un editorial de la revista The Lancet, "demasiado extendida como para seguir ignorándola".

Las cifras producen escalofríos. Una de cada tres niñas sufrirá al menos un episodio de violencia sexual antes de cumplir 18 años. Lo más probable es que el agresor sea un varón de la familia, un vecino o el novio.

Al menos el 40 por ciento de las menores se ve sometida a este tipo de vejaciones en más de una ocasión, y 13 por ciento de las veces ocurre en el colegio. Estos datos son resultado de un estudio realizado por UNICEF y los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) en Swazilandia.

Ya sea como arma de guerra, para "prevenir o curar el SIDA", como castigo, o por la sencilla razón de que, para algunos, el hombre tiene derecho a usar a la mujer cuando y como le plazca, los abusos sexuales son un problema sanitario global y una violación de los derechos fundamentales de las mujeres. Ponen en riesgo sus vidas, la de sus familias –porque las mujeres son el pilar fundamental del hogar en muchas culturas–, y el desarrollo económico y social de los países más pobres.

En África subsahariana la violencia sexual comienza a ser una preocupación, aunque existen pocos estudios fiables acerca de la situación en la región. La revista The Lancet publica un trabajo realizado en Swazilandia –el segundo país más pequeño de África continental y el más afectado del mundo por el VIH– que dibuja un panorama desalentador.

Los investigadores seleccionaron mil 242 familias en las que había al menos una mujer con una edad comprendida entre los 13 y los 24 años, y se entrevistaron en privado con ellas. Además de aportar datos sobre los abusos sexuales sufridos antes de cumplir los 18, proporcionaron información acerca de su salud y comportamientos de riesgo.

Un tercio de las encuestadas había vivido al menos un episodio de violencia sexual durante la infancia. Lo más frecuente era que hubieran sufrido un intento de violación, tocamientos o sexo bajo coacción.

Una sexta parte de las chicas entre 13 y 17 años dijo haber sufrido abusos en los 12 meses anteriores a la entrevista. Normalmente, el agresor era alguien conocido (desde un padre a un vecino, pasando por el novio o marido), y el encuentro se produjo en la casa de la agredida, en el colegio o de camino al mismo.

Estas vejaciones "estaban asociadas con un aumento significativo de la probabilidad de sufrir depresión, tener ideas o cometer intentos de suicidio, embarazos no deseados, complicaciones durante el mismo, abortos espontáneos, enfermedades de transmisión sexual, dificultad para dormir y consumo de alcohol", señalan los autores del estudio.

Los resultados de este primer informe fiable acerca de la violencia sexual en menores en un país africano "deberían disipar la percepción de que África ha escapado de algún modo a esta tragedia global", señalan Laura Murray y Gilbert Burnham, de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins (EEUU) en un editorial.

"La prioridad –continúan– es desarrollar estrategias para prevenir y tratar los abusos sexuales en la infancia", medidas que "deben ir más allá de los límites de los sistemas de salud para implicar a las organizaciones comunitarias, ONG y grupos religiosos".

Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 20 por ciento de las mujeres y entre el 5 y 10 por ciento de hombres, han sufrido abusos sexuales durante la infancia. Es decir, en el mundo hay 73 millones de niños y 150 millones de niñas menores de 18 años que sufren violencia sexual en forma de tocamientos y relaciones sexuales forzosas.

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