THE LOOK


Fui a una fiesta con un amigo y nos encontramos a su ex. La chava estaba irreconocible: de traer el cabello largo y parejo, ahora lo tiene corto, asimétrico y rojísimo. Cambió sus eternos jeans por unos pantalones negros y pegaditos, sus flats por unas botas de megatacón, su bolsa de oficinista cute por una locura de diseñador independiente, y así con todo el modelito.

– ¿Por qué todas las mujeres se cortan el pelo cuando cortan con alguien? -preguntó mi amigo, ligeramente contrariado por lo guapa que se veía su ex.
– Cambio de actitud, mi chavo. Para casi todas nosotras, un cambio de estatus forma parte de una metamorfosis general -respondí.
– Claro, yo también he cambiado desde que corté con mi ex, pero no me convertí en un metrosexual.
– Gracias a Dios. Te ves muy bien con tu look de chico malo. Ahora que lo dices… Fíjate: ella también adoptó un look como de chica mala. Se ve más… sexy, más atrevida, más liberada.
– Ya entendí, eh. Mejor tómate algo negra –dijo mi amigo para evitar que siguiera poniendo el dedo en la llaga.

Al rato vino la ex a saludarnos, mi amigo dijo hola, huyó a fumar un cigarro y se quedó afuera. Yo aproveché para platicar con ella. Según lo que pude entender, volver a estar soltera detonó muchos cambios en su vida, como si la energía que estaba atorada en alguna parte se hubiera liberado: le ofrecieron un trabajo más creativo, empezó un negocio con su hermana, se mudó a otro rumbo… Cambios, cambios, cambios… Era lógico que también cambiara de look.

Me sentí identificada, yo también he reaccionado así. Y casi todas las chicas que conozco, cuando terminan una relación amorosa o laboral, también se hacen un make over, no siempre es algo radical, pero sí se nota. Y no lo hacemos como un gesto superficial sino como una consecuencia de todo lo que está cambiando por dentro: cuesta trabajo dejar algo a lo que nos habíamos acostumbrado, pero en su lugar llegan nuevas oportunidades, recuperamos nuestros proyectos individuales, tenemos más tiempo para pensar en lo que realmente queremos, y eso se refleja en nuestra apariencia.

A veces sucede que cambiamos primero de look para obligarnos a cambiar de actitud. Es como esos días en los que te sientes fatal pero te arreglas mucho para darte ánimo. O al revés, que te sientes de maravilla y te pones lo primero que encuentras. O sea, sales hecha una garra, pero (oh, sorpresa) tus conocidos te echan flores porque te ven distinta, desenfadada, más natural.

A veces, sin darnos cuenta, adoptamos actitudes complacientes con el medio en el que nos movemos. De pronto, un día nos miramos al espejo y descubrimos que nuestra apariencia se convirtió en una especie de corsé, una armadura, un disfraz que no coincide con lo que realmente somos. Descubrimos que nuestro look manda mensajes cruzados a los demás, que proyectamos una imagen confusa.

Cuando modificamos nuestra imagen también estamos mandando un mensaje a los que ya nos conocen. Por ejemplo, hay chicas que buscan liberarse de los estereotipos “socialmente aceptables” porque ya no quieren sentirse del montón; en cambio, hay quienes prefieren volver a un look tradicional porque así se sienten más seguras. Cualquier decisión está bien, lo importante es ser congruentes con lo que queremos proyectar. De lo contrario, terminamos rodeados de la gente equivocada.

Yo creo que nuestra apariencia sí habla de lo que ocurre en nuestro interior. Debajo de la ropa hay un cuerpo, y debajo del cuerpo, un alma que grita lo que siente. Cuando uno realmente se interesa en conocer al otro, no hay ropa que pueda ocultar al espíritu.

Siempre es tiempo de experimentar, de cambiar, porque no todos los días nos sentimos igual. Si la naturaleza cambia de aspecto al terminar un ciclo, ¿por qué no hacerlo también nosotras?

EL TAMBIEN ESTA¨EMBARAZADO



Aunque sea usted a quien le crece el abdomen, no es la única que está esperando un bebé. Se necesitan dos personas para quedar embarazada y, en la situación ideal, un padre y una madre para criar a un niño. Usted será la que hace casi todo el trabajo durante el embarazo, pero no piense que su compañero no comparte las alegrías y preocupaciones normales de los futuros padres.

Qué puede estar sintiendo él: abandono
Más que nunca se está prestando atención a lo que sienten los futuros papás durante el embarazo de la mujer. Los investigadores descubrieron que algunos hombres:

Viven síntomas comprensivos del embarazo, como sentir más apetito, náuseas o cambios en el estado de ánimo
Se sienten celosos de la atención que recibe la mujer
Sienten que no pueden contribuir a la salud del bebé

Si bien no les agrada tener esos sentimientos, se considera que son muy normales.

Qué puede hacer para ayudar: hágalo participar
La mejor manera de ayudar a su compañero a sentirse menos abandonado es hacerlo participar en el embarazo y en la preparación para la llegada del bebé. Por ejemplo:

Pídale que la ayude a seguir una dieta saludable. ¡Comer bien es bueno para los tres! Él tendrá una función importante en la salud del bebé si puede ser su “director técnico” en nutrición y orientarla para que no coma comida chatarra y se incline por una dieta nutritiva que toda la familia debería comer.


Salgan a caminar juntos como rutina diaria. Ambos se beneficiarán con el ejercicio y dedicarán un tiempo especial para los dos, lejos del teléfono, televisor, etc. Aprovechen esos momentos para hablar no sólo sobre el bebé sino también de otras cosas que sean de interés especial para él.


Aliéntelo a que la acompañe a las visitas prenatales. Quizás no pueda asistir a todas las citas, pero la visita al médico o partera con usted le hará sentir que el bebé es más real.


Pídale que la ayude a preparar el hogar para la llegada del bebé. Hágalo participar en las actividades de preparación del “nido” que las futuras mamás no pueden resistir. Vayan juntos a elegir una cuna o ropita para el bebé y decidan la decoración del cuarto del bebé. Planeen hacer modificaciones en la casa para que no haya peligros para el niño.


Qué puede estar sintiendo: temor de no ser buen compañero o padre
Aunque no lo digan, muchos hombres que están esperando un bebé tienen temor de que no serán buenos compañeros o padres. En particular, mucho se sienten:

Incómodos de estar presentes en la sala de parto
Ansiosos sobre el cuidado del bebé recién nacido
Temerosos de que no serán buenos ejemplos
Preocupados de tener que mantener a una familia en crecimiento
Qué puede hacer para ayudar: hágale ver sus puntos fuertes
Usted eligió a su pareja porque lo quiere y cree que, aunque no es perfecto, será un buen compañero y un buen papá. Sabiendo que usted tiene fe en él le ayudará a concretar sus propias esperanzas y expectativas sobre su nuevo papel como padre.

Apóyelo. Es natural preguntarse si será el compañero o padre que desea ser. Trate de ponerse en su lugar y dígale que, a pesar de esos sentimientos, usted sabe que él será lo mejor posible.


No se fije expectativas poco realistas. No lo presione para que sea alguien que él no es. Por ejemplo, sólo porque todos los esposos y novios de sus amigas asumieron sin problemas el papel de acompañante en el parto, eso no significa que su compañero debe hacer lo mismo. Si él no desea participar en la sala de parto aunque usted lo aliente a hacerlo, piénselo antes de forzarlo. Su compañero puede apoyarla de muchas maneras aunque no pueda hacer todo lo que usted le pida.


Aconséjele que lea sobre la crianza y el cuidado de los niños. Cuanto más sepa, mejor. Si nunca cuidó a un recién nacido, posiblemente se sienta atemorizado de que lastimará al bebé o hará algo mal. Estará mejor preparado como padre si se toma el tiempo de aprender cómo será la situación.


Ayúdelo a cambiar su comportamiento. Si a su compañero le preocupa que algunos de sus comportamientos, como beber demasiado o expresar su ira de forma violenta, le impedirán ser un buen compañero o padre, apóyelo en su decisión de cambiar. Aconséjele ir a un grupo de apoyo o consultar a un psicoterapeuta.


Hable abiertamente sobre el dinero. Trabajen juntos para preparar y seguir un presupuesto antes de la llegada del bebé. Pida prestadas cosas para el bebé de amigos y familiares lo más que pueda. Dar de amamantar, además de otros beneficios, es una manera natural de ahorrar dinero también. Si su esposo sabe que están trabajando juntos para mantener los gastos bajo control y ahorrar para el futuro, se sentirá menos preocupado.
Qué puede estar sintiendo: ansioso sobre los cambios en la relación
No hay forma de tener un bebé y que no le cambie la vida. Se dará cuenta de que saber cuántos pañales le quedan será más importante que saber cuáles son los sitios nocturnos de moda. La forma de pasar el tiempo y su relación cambiarán radicalmente con la llegada del bebé. Por eso es natural que su compañero sienta:

Que los momentos de diversión que tuvieron juntos se han acabado
Temor de lastimar al bebé al tener relaciones sexuales
Preocupación de que el desinterés en las relaciones sexuales sea permanente
Qué puede hacer para ayudar: enfrentar juntos los cambios
No es fácil hablar de los cambios, en especial de aquellos relacionados con la vida sexual, pero es algo que todas las parejas deben hacer de vez en cuando.

Tranquilícelo y dígale que no todos los cambios de vida serán malos. Si están acostumbrados a una vida social activa, posiblemente deban cambiarla considerablemente, pero no crean que hacer actividades familiares será menos divertido o gratificante. En lugar de pensar en lo que no van a poder hacer, hable con su compañero de las cosas nuevas que podrán hacer, como salir a caminar con el bebé en una mochila, salir con otras familias o buscar una niñera para salir solos a cenar.


Anímelo a relajarse en cuanto a las relaciones sexuales. Ante todo, a menos que usted tenga un embarazo de alto riesgo, no es peligroso para el bebé si la madre tiene relaciones sexuales. Si usted siente el interés, demuéstrele a su pareja que no le incomoda tener relaciones íntimas. Busquen posiciones que sean cómodas para ambos y no se sientan presionados a tener las mejores relaciones sexuales de su vida. Simplemente relájense y pasen un buen momento.

Lo más importante que puede hacer es hacerle sentir que este embarazo lo están pasando juntos. Trate de hablar abiertamente sobre sus temores como lo hace sobre el entusiasmo que siente acerca del embarazo y anímelo a hacer lo mismo.

CLAMIDIA Y EMBARAZO


La clamidia es una infección bacteriana. Todos los años se producen aproximadamente 3 millones de casos nuevos en hombres y mujeres, lo cual la convierte en una de las infecciones de transmisión sexual más comunes.

Si una mujer embarazada contrae clamidia y no se la trata, puede tener un bebé prematuro. Si un bebé se infecta durante el parto, puede desarrollar infecciones en los ojos (conjuntivitis) o problemas respiratorios.

Clamidia es conocida como la enfermedad "silenciosa" porque 3 de cada 4 mujeres infectadas no tienen síntomas. Algunas mujeres sufren un cambio en las pérdidas vaginales o dolores al orinar.
Los profesionales de la salud usan una prueba de laboratorio para diagnosticar la clamidia en las mujeres. Algunas pruebas usan una muestra de orina. Otras pruebas usan una muestra de células del cuello uterino de la mujer. La clamidia se puede tratar con antibióticos.

Qué debe hacer:
Pida a su médico que le realice una prueba de clamidia en la primera etapa del embarazo. Si está infectada, puede tomar antibióticos para tratar la infección. Esto evitará cualquier complicación para usted y para su bebé.

Su pareja también debe tratarse ya que pueden volver a transmitirse la infección del uno al otro.
Mientras esté embarazada, usted puede evitar infectarse por clamidia al no tener relaciones sexuales. Si tiene relaciones sexuales:
Tenga relaciones sexuales con una sola persona que no tenga ninguna otra pareja sexual, que se haya hecho la prueba para la clamidia y no esté infectada.

Use un condón o preservativo de látex

Si su médico le da antibiótico, asegúrese de tomarlo como indicado.

CUANDO UN AMIGO TE MUERDE...


Siendo niño pertenecí al Movimiento Scout. Ahí nos enseñaban, entre otras cosas, la importancia de la “Buena Acción” que consistía en realizar todos los días actos generosos y nobles, como recoger algún papel en la calle y botarlo en la papelera, ayudar en la casa a lavar platos, cuidar la fauna y la flora, ayudar a alguna persona anciana o impedida a cruzar la calle, etc. Me gustaba mucho cumplir esa tarea.

Un día caminaba por una calle de la ciudad y vi a un perro tirado en plena vía sin poder moverse. Estaba herido, un carro lo había atropellado y tenía rotas las dos patas traseras, los vehículos le pasaban muy de cerca y mi temor era que lo mataran porque era imposible que él solo pudiera levantarse.

Vi allí una gran oportunidad para hacer la “Buena Acción” y como buen Scout detuve el tráfico, me dispuse a rescatar al perro herido y ponerlo a salvo para entablillarle las patas. Yo nunca había entablillado a nadie pero el “Manual Scout” decía cómo hacerlo. Con mucho amor y entrega me acerqué, lo agarré pero me clavó los dientes en las manos. Inmediatamente me llevaron a la Sanidad y me inyectaron contra la rabia, aunque la rabia por la mordida no se me quitó con la vacuna.

Durante mucho tiempo no entendí por qué el perro me había mordido si yo sólo quería salvarlo y no hacerle daño, no sé que pasó y no me lo pude explicar. Yo quería ser su amigo, es más, pensaba curarlo, bañarlo, dejarlo para mí y cuidarlo mucho. Esta fue la primera decepción que sufrí por intentar hacer el bien, no lo comprendí. Que alguien haga daño al que lo maltrata es tolerable, pero que trate mal a quien lo quiera ayudar no es aceptable.

Pasaron muchos años hasta que vi claro que el perro no me mordió, quien me mordió fue su herida; ahora si lo entiendo perfectamente. Cuando alguien está mal, no tiene paz, está herido del alma y si recibe amor o buen trato: ¡Muerde! Pero él no hunde sus dientes, es su herida la que los clava.


UNA BUENA REFLEXION, MUY APEGADA A NUESTROS TIEMPOS....

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