AL OESTE CON LA NOCHE


En Al oeste con la noche (Emecé), Beryl Markham, una de las pioneras de la aviación, evoca en forma novelesca sus aventuras. Amante del príncipe de Gales, rival de Isak Dinesen, fue una de las figuras más fascinantes de ese círculo de dandis y aristócratas que dividían su tiempo entre la corte de Saint James y los safaris en Kenia



NO queda muy claro si Beryl Markham pasará a la historia por su apasionante biografía, por sus méritos literarios o por sus hazañas aeronaúticas. De estas últimas dan cuenta los viejos periódicos de septiembre de 1936: contemporánea de la mítica Amelia Earhart, Markham fue la primera persona que, a bordo de un monoplano de un solo motor, un Percival Vega Gull, sobrevoló en solitario el Océano Atlántico en dirección oeste, partiendo de Abindgon (Inglaterra) y realizando veintiún horas y media después un aterrizaje forzoso en Canadá, cerca de su objetivo original que era la ciudad de Nueva York. En cuanto a la literatura, menos espectacular pero igual de encomiada fue la edición, en 1942, de su libro semiautobiográfico West with the Night , del que Ernest Hemingway dijo, en una carta a Maxwell Perkins conocida sólo en los años 80: "Está tan bien, tan maravillosamente bien escrito, que me avergüenzo por completo de mí como escritor".
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A cincuenta y seis años de su aparición original en Londres y Nueva York, West with the Night (Al oeste con la noche) será publicado por primera vez en la Argentina, por Emecé Editores. La salida coincide, además, con los veinticinco años del definitivo redescubrimiento del libro, que en su relanzamiento de 1983 llegó a vender mas de 500 mil ejemplares. Fallecida en 1986, Markham alcanzó a presenciar el éxito tardío de su obra y hasta pudo leer (uno supone que bastante divertida) las explicaciones de por qué la primera tirada de Al oeste con la noche había sido eclipsada por la Segunda Guerra Mundial que trajo, a toda velocidad, una segunda etapa histórica de la aviación, mucho más "racional", si se quiere, que aquella etapa pionera y llena de aventuras y romanticismo que reflejaba su libro.
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Como Al oeste con la noche es uno de esos relatos a los que conviene acercarse tras haber leído o al menos hojeado la biografía del autor, digamos que Beryl Markham (de soltera, Beryl Clutterbuck) nació en 1902 en Leicester, en el seno de una familia acomodada que pasaba los fines de semana practicando la caza del zorro. Su padre, un aventurero incurable, abandonó Inglaterra cuatro años más tarde, se llevó consigo a su hija y fundó un aserradero y una granja en Kenia, cerca de Nairobi, donde Beryl creció, hasta que una tremenda sequía acabó con todo en 1919. Desolado, el señor Clutterbuck marchó al Perú. Beryl, no obstante, resolvió quedarse en África. Para entonces hablaba swahili, masai y nandi, y pronto se convertiría en la primera mujer de todo el continente africano con licencia para amaestrar caballos.
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Fue en 1931 cuando Beryl Markham empezó a volar en una pequeña avioneta. Transportaba provisiones, trasladaba pasajeros o llevaba el correo para la East African Airways, de Kenia a Sudán, de Tanganica a Rodesia. Asimismo inventó la cacería de animales desde el aire: contratada por los safaris, exploraba las llanuras desde su aeronave y conducía a los cazadores hasta las presas más próximas. "Que yo sepa, era yo el único piloto profesional femenino en toda África en ese momento", señala Markham en el libro. "Incluso en 1935 no resultaba sencillo conseguir un avión en África Oriental, y sin avión era casi imposible efectuar largos recorridos por el país."
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La explosiva mezcla de un continente por entonces inexplorado (África) con una actividad por entonces incipiente (la aviación) es lo que, sumado a una prosa exquisita, hace de las memorias de Markham una obra única y fascinante. Pocos escritores del siglo XX han tenido, como la autora de Al oeste con la noche el privilegio de toparse con un material en cierto sentido tan "virgen", hecho de cantidad cosas de las que no muchos otros escribieron antes. Así, África aparece como "una tierra todavía más en posesión de la Naturaleza que de los hombres", o como "una tierra desconocida para el resto del mundo y sólo vagamente conocida para los africanos [...]. Tierra llena de vida, todo el pasado polvoriento, todo el futuro".
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"Ver a diez mil animales sin domesticar y sin marcar con los símbolos del comercio humano es como escalar por vez primera una montaña inconquistada o como encontrar un bosque sin carrerteras, sin sendas, ni la marca de un hacha", escribe Markham. "Entonces llegas a conocer lo que siempre te habían dicho, que el mundo en un tiempo vivió y se desarrolló sin calculadoras, sin papel de periódico, sin calles con muros de ladrillos y sin la tiranía de los relojes."
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En cierto sentido, Al Oeste con la noche jalona una tradición que puede rastrearse en libros como White Man`s Country , de Elspeth Huxley, y sobre todo Out of Africa (1937), de Isak Dinesen. Pero no es menos cierto que el libro de Markham puede vincularse con el género de la "literatura de aviación", inventado a medias entre Joseph Kessel ( L`équipage , 1923) y Antoine de Saint Exupéry ( Vuelo nocturno , 1931), y también con la mística del aviador presente en varios poemas (como The Orators ) de W. H. Auden. Manifestación un poco tardía de ese excepcional "espíritu de acción" que Cyril Connolly advirtió en algunos protagonistas sobresalientes del modernismo de entreguerras (Malraux, Saint-Exupéry, Hemingway), el relato de Markham alcanza pasajes memorables cuando la autora describe aeropuertos "vallados contra los animales salvajes", o cuando afirma, por ejemplo, que "tal vez hayan sido mil veces las que he despegado del aeropuerto de Nairobi con mi avioneta y en el momento en que las ruedas se han deslizado de la tierra al aire nunca he dejado de sentir la incertidumbre y el recocijo de la primera aventura".
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Más allá de todas las referencias que puedan intentarse para enmarcar el libro, conviene precisar que los puntos de contacto entre Al oeste con la noche y Out of Africa son mucho más que temáticos. El escenario es el mismo. Algunos personajes (por ejemplo, Lord Delamare) son los mismos. Más aún, si en esencia la novela de Isak Dinesen cuenta su gran amor con el dandi, piloto y cazador inglés Denys Finch Hatton, resulta que al mismo tiempo que Hatton mantenía esta relación con la escritora danesa, también se encontraba ocasionalmente con Markham. Incluso hay quienes insinúan que al momento de su muerte, en 1931 y fruto de un accidente de avión, Hatton se disponía a abandonar a Dinesen para irse con Markham.
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Cuando Al oeste con la noche fue reeditado en 1983, y sobre todo cuando un documental televisivo sobre Markham catapultó el libro por casi cuarenta semanas a los puestos más elevados en el ranking de The New York Times , miles de lectores quedaron sorprendidos al descubrir que la autora estaba viva y que, para colmo, residía no en una capital europea sino en la mismísima Nairobi, en Kenia, rodeada de trofeos hípicos y de caballos Derby. Luego, como era previsible, con la muerte de Markham llegaron las biografías, entre ellas la más conocida, The Lifes of Beryl Markham , escrita por una mujer llamada Errol Trzebinski.
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Si algo sobresale en la investigación de Trzebinski, publicada en 1993 por Norton & Company, es lo referido a la vida afectiva de Markham. Alta, rubia y hermosa, Beryl acababa de cumplir los diecisiete años cuando se casó por vez primera con un capitán llamado Jack Purves. Lo dejó muy pronto y a los veintidós tomó su famoso apellido de un aristócrata, Mansfield Markham, que la llevó consigo a Londres y París, pero sólo por algunas temporadas.
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Siempre según Tzrzbinski, la futura aviadora mantuvo relaciones con el príncipe Eduardo de Gales y con el duque Enrique de Gloucester, pero todo con el objetivo de llamar la atención de su verdadero amor, Finch Hatton, que en libro aparece retratado como "un gran hombre que nunca alcanzó la arrogancia".
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Cuando Beryl dio a luz un hijo de Mansfield, muchos rumorearon que era en verdad hijo del duque de Gloucester. El asunto es que Beryl abandonó a su hijo y a su esposo en Londres, regresó al África y sólo volvió a casarse a fines de los años 30, esta vez con un escritor de Hollywood llamado Raoul Schumacher. Fue en la villa de Schumacher, en Montecito, California, donde Markham supuestamente escribió sus dos únicos libros: Al oeste con la noche y el menos conocido The Splendid Outcats .
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Sobre la base de una cantidad de testimonios, Trzebinski insinúa en su biografía que Markham en realidad no escribió Al oeste con la noche sino que dictó sus recuerdos al verdadero autor: Raoul Schumacher. Contra esta hipótesis se alza otra biografía, firmada por Mary S. Lowell y titulada Straight on Till Morning . Allí se sugiere que los amoríos de la arriesgada aviadora incluyeron desde el marido de Dinesen, Bror Blixen, que de hecho aparece como Blix en muchas páginas del libro, hasta el director de orquesta Leopold Stokowski, que para la época del matrimonio de Beryl con Schumacher conducía la Sinfónica del Hollywood Bowl. También sostiene Lowell que el famoso cruce del Atlántico fue el mejor ardid que encontró Markham para intentar recuperar el amor de Tom Black, su primer instructor de vuelo y otra figura estelar del libro. Pero en lo que respecta a Al oeste con la noche, Lowell se limita a citar los rumores sobre un supuesto "autor fantasma" para reafirmar que fue la propia Markham la que redactó cada uno de los párrafos y que su musa inspiradora fue la obra de Saint-Exupéry.
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Nadie duda de que la historia de Al oeste con la noche sea el racconto fiel de la infancia de Markham en Kenia y de su vuelo récord a través del océano. Lo que en su momento sorprendió a muchos contemporáneos fue la precisión y el lirismo de algunos párrafos. ¿Cómo pudo una mujer que nunca leía y que demostraba escaso interés por la poesía describir un aterrizaje diciendo que "el sueño del vuelo ha desaparecido de repente ante las realidades mundanas de la hierba que crece y el polvo en remolino, el lento y pesado caminar de los hombres y la paciencia perdurable de los árboles enraizados"? Tal vez esto mismo quería decir Hemingway en otro tramo de la ya mencionada carta a Perkins cuando, mezcla de asombro e ingenuidad, sostenía que "la conocí bastante bien en África y nunca habría imaginado que ella hubiera podido ponerse a escribir otra cosa que no fuera su cuaderno de bitácora".
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Al oeste con la noche , seamos justos, lleva una pequeña leyenda debajo de la dedicatoria "a mi padre". Reza allí: "Quisiera expresar mi gratitud a Raoul Schumacher por su constante aliento y por su ayuda en la preparación de este libro". Según le contaron a Tzrebinski viejos amigos de la pareja, Markham tenía la firme intención de develar tarde o temprano el secreto de la autoría del libro. De creerle a Trzebinski, deberíamos pensar que tal vez Markham dejó pasar demasiado tiempo o que tal vez el inesperado éxito de Al oeste con la noche la dejó azorada, sin capacidad de reacción.
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"Algún día las estrellas serán tan familiares para todos los hombres como las señales, las curvas y las colinas de la carretera que conducen hasta su casa y algún día habrá vida en el aire. Pero para entonces, los hombres habrán olvidado lo que es volar", escribió alguien, quizás Markham, quizás Schumacher. Y también: "Un mapa en manos de un piloto es un testimonio de la fe de un hombre en otros hombres".

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