FLOR DEL DESIERTO
Criada en el inhóspito desierto somalí, en una sociedad especialmente cruel con las mujeres, Waris aprendió desde su infancia a luchar por sobrevivir.
Su relato es el de una valiente joven que se atrevió a enfrentarse tanto a las tradiciones de su pueblo como al hostil mundo occidental y logró finalmente la fama como modelo.
Pero sobre todo es el testimonio de alguien que jamás renunció a su dignidad como ser humano.
Waris Dirie nació en el seno de una familia de pastores somalíes y en ella se le enseñó el respeto que debía a sus parientes, a los antepasados, a tradiciones cuyos orígenes se perdían en la noche de los tiempos; pero también aprendió a amar a su libertad por encima de todo.
Su relato empieza en el inhóspito desierto africano, en el que los días pasan despacio y la sed y el hambre son fieles compañeros de los pastores.
No obstante, Waris pasó allí el período más feliz de su vida, su infancia, en plena naturaleza, compartiendo juegos con sus hermanos y disfrutando del amor de su madre, el ser a quien más admira. Pero su infancia acabó el día que tuvo que pasar por el misterioso y ansiado rito de "hacerse mujer". Ese día una vieja gitana - a la que desde entonces recordaría como "la Asesina" - introdujo una navaja rota entre sus piernas y le extirpó el sexo.
Waris pasó por ese horrible trauma, pero sería la última vez que se sometería; cuando su padre quiso obligarla a casarse con un anciano, no dudó en abandonar a su familia y huir por el desierto. A partir de ese momento, sin contar con nadie, en un mundo desconocido, sólo su tremenda fuerza de voluntad iba a permitirle sobrevivir.
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