LA MUJER EN LA SOMBRA, LA VIDA JUNTO A LOS GRANDES HOMBRES

Las luces no las iluminan pero ellas están siempre allí, presentes en la oscuridad, sirviendo de sólido apoyo a los grandes hombres, que en muchos casos sin su ayuda se hubieran desplomado. No se las conoce, su rostro no aparece en los periódicos, su vida casi nunca ha sido fácil y han tenido que sobrevivir tirando de la cuerda de la existencia entre tensiones y conflictos. Pasaron desapercibidas pero fueron insustituibles. Por eso, el libro de Begoña Aranguren «La mujer en la sombra. La vida junto a los grandes hombres» (Aguilar), adentrándose en las claves íntimas que configuran los recorridos del corazón, ha supuesto un acierto. 
Su autora siempre sintió admiración por las mujeres de los grandes personajes. «Recuerdo que hablé muchas veces de este proyecto con mi tío, José Luis Aranguren, con el que mantenía una relación muy especial porque me parecía injusto que no conociéramos nada de ellas. He tenido que elegir a diez, pero podía haber escrito una enciclopedia».
UNA SELECCIÓN DIFÍCIL
Al final se ha decidido por Lucía Bosé y el torero Dominguín, Josefina Samper y el sindicalista Marcelino Camacho, Victoria Rodríguez y el dramaturgo Buero Vallejo, Yvonne Hortet y el escritor Carlos Barral, Pilar Belzunce y el escultor Eduardo Chillida, Asunción Carandell y el poeta José Agustín Goytisolo, Elena Salvador y el doctor Antonio Puigvert, Silvia Arburúa y el político Marcelino Oreja, María Felisa Guerra y el arquitecto Sáenz de Oiza y Dorinda Ramos y el empresario Eduardo Barreiros.
Begoña Aranguren considera que ha aprendido grandes lecciones de estas mujeres que han dado un ejemplo de generosidad y abnegación: «Para algunas de ellas la existencia fue patética, pero todas han demostrado una gran fortaleza, porque convivir con un genio no resulta nada fácil, ya que su sensibilidad les convierte en seres extremadamente frágiles y muy vulnerables».
Recuerda que le impresionó de manera especial la historia de amor de Chillida y de Pilar Belzunce: «Me pareció fascinante, porque empezar una nueva vida con un muchacho que abandona sus estudios de arquitectura porque quería ser escultor resultaba todo un reto. Su padre le repetía: «Este chico será un desastre o será un fenómeno, pero normal no es». Ella se tuvo que ocupar desde el primer momento de los temas materiales y así pudo él desplegar toda su actividad creativa».

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