EL DIVORCIO EMOCIONAL SI EXISTE


En ciertas parejas, el Divorcio Emocional se da mucho antes del Divorcio Físico, pero en la mayoría de los casos, el Divorcio Emocional puede tardar años en darse y en ocasiones, nunca se logra, de modo que la relación de entre estas dos personas se convierte en una especie de cárcel de angustias de la que sus víctimas no pueden escapar tan fácilmente.
Un divorcio emocional ocurre cuando una persona logra romper exitosamente el lazo emocional que tiene con otra persona, rompiendo la primera imagen donde proyectaba un ideal, donde había conformado la “imagen del Amor perfecto, del Amor soñado”.
Cuando dos personas se encuentran y forman una unión romántica, ambas tienen necesidades emocionales las cuales son satisfechas por la pareja, hasta llevarlo al límite del compromiso. Y justo ahí todo comienza a desvirtuarse.
Mientras más “enamoradas” estamos, amigas, más dependemos de la persona que intenta satisfacer nuestras necesidades emocionales, porque nos sentimos mucho mejor cuando creemos que hay alguien en nuestra vida que nos está proporcionando el amor, la atención, ayuda, etc., que creemos necesitar, que deseamos. Le damos mucho valor a esa persona y esperamos que ella siguiera satisfaciendo nuestras necesidades emocionales.
Sin embargo recordemos que mientras ambas personas se sientan satisfechas consigo mismas y logren acompañarse en la vida, puede darse una pareja que crezca tanto individual como en su relación. Ahora bien, si pretendemos que la otra persona sea como yo quiero y viceversa no puede haber comunicación ni entendimiento, ya que pretendemos comunicarnos con nosotros mismos, no en balde se dice que el enamoramiento es narcisista.
El divorcio emocional se gesta en el nido de la pareja, alejándonos. Convirtiéndonos en extraños.
Lograr un divorcio emocional es un proceso difícil que requiere que el individuo esté dispuesto a trabajar fuertemente. Muchas personas necesitan ayuda profesional para poder pasar este proceso. Por eso se recomienda la terapia, ya que dar palabras a lo que de otro modo no puede expresarse, ocasiona una liberación.
En cualquiera de sus presentaciones, por lo general, al menos para uno de los miembros un Divorcio es difícil, y a veces el superarlo, la separación es toda una odisea y más cuando existen hijos de por medio, ya que ellos son otra historia dentro del mismo y generan nuevas relaciones, nuevos vínculos.
El momento de la separación, aunque ésta haya sido deseada, la mayor parte de las veces es dura: son muchos los cambios internos y externos que se provocan.
Si vemos la Escala de Evaluación de estrés, aplicada en las grandes ciudades de la actualidad, la separación matrimonial se encuentra ubicada en segundo lugar. Cambia el entorno, la relación con los vecinos, con los amigos y los hijos, acecha el fenómeno de la soledad y “el volver a empezar”, pero también quedan el dolor por “el fracaso”, el temor a no volver a formar pareja y el reinicio de la vida sexual. En esto no hay reglas y sí infinitas variaciones.
El primer dato a tener en cuenta es cómo fue la vida sexual, emocional, de vinculación de esa pareja que se deshizo porque eso también condiciona: si era relativamente satisfactoria quedará una cierta nostalgia con la añoranza de los códigos comunes y los placeres vividos, entrando, muchas veces, en colisión con nuevas relaciones que se puedan encarar.
Si pudiéramos hablar de etapas previas al divorcio emocional, sobre todo para aquellas en donde no están traslapando con otra relación, serían las siguientes:
EN LA PRIMERA ETAPA: resentimiento, reacciones de odio, palabras de humillación, conflictos cotidianos, chantajes emocionales, sensación de frustración, tristeza, ansiedad, impotencia, pérdida de apetito o del sueño, fatiga crónica, entre otras.
EN LA SEGUNDA ETAPA: necesidad de recuperación, frustración agudizada, descontento físico, alejamiento de relaciones nuevas, incapacidad para sostener cualquier responsabilidad o enajenación a través de sobrecarga de responsabilidades, odio hacia la ex pareja amorosa, daños planeados, auto-aniquilación, ganas de no despertar nunca, aislarse o morir, reacciones disparatadas, y pueden aparecer algunas fobias sexuales, etc.
EN LA TERCERA ETAPA: viene la aceptación y el darse cuenta de que la vida no se ha acabado, que el sol volvió a salir.
La separación matrimonial cambia el entorno, la relación con los vecinos, con los amigos y los hijos, acecha el fenómeno de la soledad y “el volver a empezar”, pero también quedan el dolor por “el fracaso”
En terapia, se trabaja sobre el plano emocional y afectivo. Se ayuda a la persona a dejar de ver el divorcio emocional como “otro fracaso en mi vida” para convertirlo en “una decisión tomada a tiempo”.
No quería despedirme de ustedes en esta ocasión, sin compartirles parte de un texto de Marguerite Yourcenar: Alexis o el tratado del inútil combate, que espero les invite a reflexionar sobre su relación, en el caso de estar en una situación de separación o de un divorcio emocional…
“Te pido perdón lo más humildemente posible, no por dejarte, sino por no haberme ido a tiempo”.

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