El "costo" de nuestro tiempo varía de un momento a otro, dependiendo de qué tantas cosas tenemos que hacer y cuánto tiempo tenemos para ello. Einstein, al explicar la teoría de la relatividad, decía que si pasas dos horas platicando con una mujer bonita se te hará como un minuto, pero si pasas un minuto sobre una estufa caliente, se te hará como dos horas.

Cuando carecemos de tiempo, nuestras relaciones sufren las consecuencias. Si sólo tengo 15 minutos para entregar un reporte, y mi amiga llega para platicar, lo más probable es que la evada, la rechace o le conteste en forma cortante. Ella lo va a percibir como: "No le caigo bien y no quiere desperdiciar su tiempo conmigo"; por lo que tenemos que estar conscientes de esta posibilidad si nos interesa cuidar la relación.Ya que el tiempo se ve como un recurso escaso, el con quién decidamos pasarlo se toma como una señal de quién nos importa; por eso a veces escuchamos frases como "hace mucho tiempo que no me vienes a ver" a manera de un reclamo disfrazado.

Si decido ir al festival escolar de mi hijo en lugar de acudir a una importante cita de trabajo, estoy marcando qué es lo importante para mi. Tenemos dos relojes, el reloj de la pared y la brújula interior. El reloj representa los compromisos, las citas, los horarios, las metas, las actividades. La brújula representa nuestros valores, nuestros principios, nuestra misión, nuestra conciencia moral. En fin, estos dos relojes regulan todo lo que consideramos fundamental en nuestra vida. el problema empieza cuando estamos invirtiendo tiempo en asuntos que no consideramos importantes.