EL MIEDO TAMBIEN ES UNA DECISION
Preguntando a algunos amigos sobre sus peores miedos, respondieron, entre otras cosas:
La traición, la enfermedad, olvidar cuáles son las propias prioridades y deseos y anteponer los de los otros, morir, a uno mismo, a no cumplir con las metas y sueños trazados, el desamor, no ser suficiente para la persona amada, los lunes, miedo al miedo...
La lista podría ser infinita: miedo a hablar en público, miedo a que se burlen de uno, a hacer el ridículo, miedo de no tener la vida que soñamos, miedo a que los hijos se mueran antes que uno, miedo a la soledad, miedo al colapso social, miedo a que se acabe el mundo...
Los miedos tienen varios componentes: una parte biológica, necesaria para la supervivencia. Nuestro cerebro tiene la capacidad para huir del peligro o para atacar y defender algo valioso.
Están los elementos históricos y culturales. Los primeros pobladores tenían miedo de las tormentas eléctricas, del fuego, de ser devorados por un mamut.
Hoy día tenemos miedos claramente sociales: los fuegos cruzados, los secuestros, la inseguridad en general, el no cambio de un sistema de corrupción e impunidad, atraparnos en un mundo que parece a veces carecer de sentido trascendente. El trauma por los asesinatos que aparecen por doquier en nuestro país, se considera como un trauma secundario que afecta a todos los testigos de estos hechos atroces... todos estamos viviendo estas horas complicadas, lo enfrentemos o no...
Una de las posibles explicaciones sobre el origen de los miedos personales, podrían ser las críticas sistemáticas de personas significativas en la etapa infantil y adolescente que inciden profundamente en la construcción de la identidad de una persona. Sin darse cuenta o de manera maligna (hay padres que odian a sus hijos, aceptémoslo) hay padres o cuidadores que han hecho creer al niño que es malo, incapaz, desagradable, aburrido, estúpido o perdedor. Este niño, cuando crece, puede albergar una idea que es alimento del miedo: "Es peligroso que la gente se me acerque demasiado y vea quién soy realmente".
Una vez que estos núcleos de identidad están armados es complicado desempacarlos, diseccionarlos o modificarlos. Toma tiempo, voluntad y esfuerzo.
Lo que frecuentemente ocurre es eso que Watzlawick tan atinadamente llamó "profecía autocumplida". Si lanzamos al aire escenarios de fracaso, tragedia y dolor, estamos dándole a nuestro cerebro la señal de que así tiene que ser, de que así ocurrirá, y de manera muchas veces inconsciente, hacemos todo lo posible para que se nos hagan realidad nuestros peores miedos.
La "nosoportitis" , puede convertirse en una profecía. Si estoy convencido de que hay una situación o evento que soy o seré incapaz de soportar, lo más probable es que no lo soporte si llega a ocurrir. Acá habría que detenerse en reflexionar sobre qué creencias tiene el sujeto sobre sí mismo y su capacidad para enfrentarse con el problema. Cuando se habla, de "trabajar" algo en terapia, se refiere a esto mismo: a la deconstrucción, desmenuzamiento, clarificación y confrontación con las propias creencias que a veces son como esos lentes que creemos perdidos cuando en realidad los tenemos puestos...es decir, son tan cercanas, tan naturales y familiares, que tendríamos que volverlas algo extraño, distante, exótico y diferente, para poder tomar perspectiva sobre todas las cosas que creemos sin darnos cuenta, en automático y que nos generan temores.
Parece ser que las mas perturbadoras de las creencias son aquellas sobre imposiciones, deberes, expectativas absolutas: "tengo que hacerlo todo bien" "quiero que todos me aprueben/quieran"
Si lo pensamos un momento, es imposible que uno lo haga todo bien, que le caiga bien a todos y que siempre cuente con la aprobación de todos.
Esta "lógica-ilógica" del todo-nada es muy dañina, porque es rígida, no da permiso a la flexibilidad y parte de una auto idealización imposible de alcanzar e incapaz de valorar los logros obtenidos. Es lo que la escuela psicoanalítica llamaría el superyo maligno, ese perseguidor interno que te dice a ratos lo mal que estás haciendo todo, lo poco que haz conseguido en tu vida, y que genera en consecuencia miedos diversos, parálisis frente a la vida.
Algunas consideraciones que podrían ser útiles:
- Hay miedos necesarios/miedos innecesarios. Tanto peca el temerario como el cobarde. La sabiduría consiste en saber cuándo es importante actuar y cuándo sólo se empeorará una situación al actuar.
- El miedo no soy yo. Decirse a una misma "soy una miedosa" tiene un tremendo impacto en la autoimagen. El miedo no es el centro de mi personalidad, simplemente es una emoción que me toma por asalto en ciertas circunstancias. Al declararlo así, el miedo pierde un poco su poder y nos permite pensar, que seguimos siendo libres de combatirlo.
- Declarar la guerra a los miedos...actuar de forma distinta. Somos expertos en lo que nos da miedo, o deberíamos de serlo. Poder contestar cuándo me ataca, cómo le permito entrar a mi vida, cómo lo dejo apoderarse de mí. El enemigo está afuera pero yo le abro la puerta y le permito estar adentro de mí también. Lo dejo habitarme sin defenderme.
- Disminuir el peligro o aumentar la fortaleza personal. El ejercicio físico puede tener un efecto positivo de disminuir el miedo y la angustia. Pensemos en cómo le habla un entrenador deportivo a sus jugadores. Les dice que no tengan miedo, que tienen todo para ganar, que no pueden darse por vencidos...
¿Seremos capaces de hablarnos a nosotros mismos así en lugar de instalarnos en el discurso de la víctima indefensa?
- Buscar aliados, consejo o ayuda de alguien que pueda apoyar en un momento de desaliento Las redes de apoyo, son fundamentales. Tener varios amigos entrañables, familia con la que uno tiene un vínculo razonablemente afectuoso, una pareja que escuche y que comprenda, mitiga sin duda la sensación de estar solo frente a los miedos; " Un hombre vale lo que valen sus relaciones " Maurice Merleu-Ponty.
Los mecanismos del miedo más frecuentes son: huida, ataque, inmovilidad, sumisión. El objetivo sería decidirse a vivir por encima del miedo. Actuar a pesar de él. Actuar como si fueras diferente, hasta sentirlo con convicción y también como un cambio interno. A veces los cambios en la conducta, generan cambios en los pensamientos y sentimientos y no necesariamente al revés!
- Elegir las causas éticas, dignas de sobreponerse al miedo y actuar. Si hay ideales trascendentes que den sentido a nuestra vida, es mucho más fácil generar valentía y capacidad de lucha.
- La cobardía así como la valentía no son características intrínsecas al hombre. Son decisiones voluntarias. La valentía nos lleva al mundo de la dignidad, al de la fidelidad a nuestro proyecto vital, a nuestros sueños.
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