MAS GRANDES QUE EL AMOR


Un día hallándose de paso en Nueva York, Dominique Lapierre lee en un periódico una noticia sorprendente: «La Madre Teresa de Calcuta ha abierto, en pleno corazón de las calles más calientes de Manhattan, un hogar para acoger a las víctimas del sida sin recursos». Se precipita a la dirección indicada, y encuentra allí una aventura humana, médica y científica como quizá no se ha visto otra en el mundo. Ésta será la encuesta de su vida.


Durante tres años forzará la puerta de los laboratorios de investigación, reconstruirá la caza de virus más formidable de la reciente historia médica, compartirá la embriaguez de los descubridores de los invisibles agentes mortales, revivirá la jadeante carrera en pos del primer medicamento eficaz contra el mal y será testigo del prodigioso impulso de generosidad y de compasión de los que cuidan a los enfermos, del valor y de la esperanza de éstos.

Más grandes que el amor relata el incesante combate de todos aquellos médicos, investigadores, sanitarios, víctimas que se muestran cada día aún más grandes que el amor en la realización de su vocación o en la aceptación de sus sufrimientos; la historia de docenas de héroes de nuestro tiempo, conocidos o anónimos y del fantástico desafío lanzado a los médicos y a los investigadores de este final de milenio.

POR TI LO HARIA MIL VECES


«Mi madre ha sido el eje de mi vida, la condicionó de una manera determinante. Estábamos tan unidas, la quería y me preocupaba tanto, que me até a ella. Luego, esta unión tan intensa nos enredó por completo y dejó en mí la semilla de un trastorno que marcaría mi futuro.

Con el paso del tiempo, descubrí que lo que me ocurría tenía un nombre: codependencia, y que los hábitos que había ido adquiriendo casi sin darme cuenta formaban parte de un trastorno que padecemos millones de personas en el mundo. Es un virus que se extiende hasta transformar el amor en sufrimiento.

Este libro habla de mi experiencia. Y si sale ahora, es porque solo desde que murió mi madre he podido reunir las fuerzas necesarias para escribirlo.»Frente a eso, la otra cara, una vida social por la que muchos la conocen. Sin saber que las razones de su vida, las preguntas, las dudas, los rumores se escondían muy lejos de las fiestas y el glamour.

«Esta es la historia de mi madre y también la mía.
Una historia de amor y de sufrimiento. De muerte, pero también de vida. Una historia en la que muchos podrán verse reconocidos.»

PERDONO Y OLVIDO...


Para empezar, perdonar y olvidar no son sinónimos, aunque mucha gente parece que así lo cree.
Perdonar es dejar de sentir resentimiento por una falta cometida contra uno, remitir una deuda o falta sufrida, seguir adelante y no llevar la cuenta. Una vez perdonado un acto, no es válido sacarlo a flote o a relucir ante el primer 'alebrestamiento' de las cabras anímicas (léase: enfado). La ofensa se toma como experiencia, pero ya no se exige castigo. El pecado es disculpado.
El olvido es amnesia pura, ni siquiera se trata de un buen sentimiento, es una cinta borrada, es la palabra escrita en la arena o la línea pintada con cal en la superficie del mar. Es tal como si nada hubiera pasado, ¡n-a-d-a! No se requiere un noble corazón para olvidar, basta con tener dañadas las partes cerebrales que registran las experiencias, o de plano ser un personaje indiferente que todo lo olvida.
El que olvida pone la mejilla una y otra y otra y otra vez, porque no aprende. No se graba las cosas, nada registra. Eso no es nobleza. Es como el perro que come lo que vuelve (mira que esta figura retórica de reciclamiento alimenticio está en la Biblia, como símbolo de la necedad).
Las personas con buena memoria llegan a olvidar las faltas insignificantes o las que comete la gente que les importa poco. El olvido se agradece, cuando logramos borrar las malas experiencias, cuando nos anestesia del alma, pero el olvido no es una virtud, en tanto que el perdón puede que sí.
El que perdona no suele olvidar, deja de ser juez condenador, y actúa como si nada hubiera pasado (OJO: ¡actúa!), pero a la siguiente falta de la misma calaña, es muy probable que inicie la guerra o ponga distancia de por medio. Descanse en paz la relación.
A veces después del perdón viene el olvido, pero el segundo no es condicionante para realizar al primero.
Perdonar es sano (evita el estrés y la amargura existencial que nace del rencor). Olvidar es un mero accidente (y en el fondo, cundo a ofensas se refiere, también es sano).
Así que no confundas los términos, perdonar NO es sinónimo de olvidar.

Justo aquí la diferencia entre estas dos cosas: cuando tu amor o tu cariño puede más que lo que te han hecho, cuando tus heridas sanan con el cariño que tienes y que la otra persona honestamente te ofrece de todo corazón. Perdonar es en pocos instantes, olvidar ya se ve mucho más probable si cada minuto, cada día lo dedicas a olvidar el daño que en su momento parecía tan irreparable.

Perdonar debes de hacerlo, toma tu tiempo, y hazlo de corazón pero siempre perdona,es la única forma de emprender el duro camino a olvidar y ese sí es un reto que muchos no alcanzan.

ERRORES QUE COMETEN LAS MUJERES CON EL DINERO


Muchos consejeros económicos que han ayudado a la gente, especialmente a mujeres, acerca del dinero han notado que existen ciertas creencias comunes que son erróneas y que suelen causar miedo y desalentar a las mujeres de tomar mayores responsabilidades en el aspecto financiero.
Estas creencias profundamente arraigadas, a menudo no se dan en la realidad. Sin embargo, podemos no ser conscientes de estas creencias, que afectan a nuestra forma de pensar, sentir y actuar, no sólo en torno al dinero, sino también en nuestras relaciones con los demás.

Afortunadamente, podemos aprender a identificar nuestras creencias inútiles relacionadas con el dinero, trabajar para cambiarlas y poder h

acerse cargo responsablemente de nuestra vida financiera.
Estos son algunos conceptos erróneos comunes acerca del dinero:

Si no pienso en eso, no voy a tener que lidiar con ello
Este es el error número uno que se encuentra. Las mujeres tienden a evitar pensar en los problemas y a vivir como si todo fuera de la forma en que imaginan o desean que sea.

Por ejemplo, compran un par de zapatos caros sin importar el precio, pensando que pueden preocuparse por el dinero más tarde.


O suelen no tener un presupuesto armado ni alguna idea sobre cómo van a mantenerse económicamente en el largo plazo.

Esto las mantiene en una especie de fantasía en la que no tienen que preocuparse por resolver ningún problema financiero.

He conocido a una artista de gran talento que nunca revisaba s
us facturas, como si tuviera miedo a mirarlas. Las facturas llegaban por correo y se acumulaban allí sin ser abiertas.

Mientras que ella no sabía la verdadera cantidad adeudada, sentía que podía seguir viviendo como si la deuda no existiera. Como era de esperar, esto creó serios problemas en su vida, como por ejemplo un mal historial de pagos.

Con el tiempo se dio cuenta de la dimensión del problema y buscó ayuda. Una vez que ella descubrió sus creencias erróneas y enfrentó sus miedos, contrató a un contador para que la ayudara a enderezar sus finanzas y a pagar sus facturas.

Con el tiempo, fue capaz de asumir las responsabilidades de llevar su propia contabilidad.

No tengo suficiente, así que ¿por qué preocuparse?

Muchas mujeres creen que tienen que ser ricas para poder in
vertir en un plan de jubilación. Muchas mujeres no captan el concepto de creación de riqueza.

Una de mis clientas, suponía que su cuenta de jubilación no valía mucho, porque ella había contribuido poco durante su corta carrera como maestra.

Cuando finalmente decidió leer una de las declaraciones, se sorprendió al descubrir que había acumulado una modesta suma en su cuenta, que podría haber sido mayor si le hubiese prestado más atención a este asunto.

Así, tomo conciencia de los problemas que le había causado su pesimismo, y el hecho de hacer caso omiso de su plan de jubilación durante tantos años.

Con una pequeña cantidad de dinero ahorrado, comprendió las consecuencias positivas que podían generarse con sólo pensar en el futuro y en el plan de jubilación.

El dinero no es "espiritual"

Otro error muy común, sobre todo entre las mujeres que traba
jan ayudando a otros, es creer que querer ganar dinero es algo deshonroso, que no está en armonía con su trabajo espiritual y sus creencias.

Sienten que prestarle demasiada atención al dinero podría en cierta forma, manchar la pureza de su deseo de ayudar a la gente.

A menudo, las mujeres empleadas en estas profesiones suelen tener dificultades para valuar sus servicios y tienden a cobrar de menos o a no cobrar nada por su trabajo.

Con estas mujeres, el problema a solucionar es la baja autoestima. Deben darse cuenta de que el trabajo solidario que hacen es muy valioso, y que tener mayores ingresos puede ayudarles a seguir contribuyendo con el mundo.

Deben aprender que recibir una recompensa adecuada por su trabajo es muy espiritual.

Si mezclo mi dinero con el de mi marido, voy a perder mi autonomía

Últimamente, ha surgido un tema interesante, que se ha generalizado entre las mujeres que están pensando en contraer matrimonio o en renegociar los términos financieros de su pareja.

Muchas de ellas no quieren mezclar su dinero ni negociar con sus parejas acerca de cómo van a gastar su dinero. Quieren tener más autonomía en los asuntos de dinero.

La autonomía es algo bueno. Pero evitar las charlas sobre dinero con su pareja puede afectar su libertad financiera. Una amiga no quería consultar a su esposo, porque él es el que toma todas las decisiones relacionadas con las finanzas.

Así que guardó su dinero en una cuenta de ahorros, donde gana poco o ningún interés, porque invertir es algo demasiado complicado sin los conocimientos suficientes.

Le ayudé a que note que su miedo a perder su autonomía le im
pedía pedir ayuda. Finalmente, habló con su marido sobre el deseo de mantener la herencia separada del resto del dinero.

Y ahora ella se está haciendo cargo y poco a poco está aprendiendo a administrar responsablemente su dinero.

No necesito saber cómo manejar mi dinero. Mi marido lo hace

Esta es una creencia errónea, muy común entre las mujeres de setenta años de edad o más, como pasó con mi madre. El control de las finanzas, para las mujeres de esa generación, era tradicionalmente una tarea reservada al sexo masculino.

En la época de nuestros padres, la mayoría de las mujeres no tenían ninguna idea acerca de sus bienes matrimoniales, cómo se invertían sus ahorros, o incluso si es que tenían algún ahorro.

Ellas nunca aprendieron nada acerca de las finanzas o de cómo armar un presupuesto. En muchos casos, ni siquiera saben cómo hacer para pagar las cuentas. Sus maridos siempre se hicieron cargo de todo.

Si sus maridos fallecen o si se divorcian, serían blanco fácil para personas deshonestas que dicen querer "ayudar" con sus finanzas.

Soy demasiado vieja para aprender

Un derivado de la idea anterior es el concepto de que ya es demasiado tarde para adquirir conocimientos financieros. Tomar control de las finanzas propias no es algo sencillo. Usted no puede simplemente chasquear los dedos y de repente tener control de su patrimonio.

Pero usted puede tomar ciertas medidas, e ir dando los pasos necesarios como para manejar su vida financiera.

¿Por qué las mujeres, que son tan competentes en todas las otras áreas de sus vidas, no puede tener las mismas capacidades cuando se trata de asuntos de dinero?

¿Por qué no muestran con su dinero el mismo cuidado que en cualquier otra relación en sus vidas?.

Las mujeres deben deshacerse de dos actitudes que suelen tener profundamente arraigadas: la carga de la vergüenza y la tendencia a culpar a otros.

La vergüenza y el deseo de culpar a otros en lugar de tomar plena responsabilidad de las propias acciones son patrones comunes de comportamiento que son perjudiciales, tanto en asuntos de dinero como en la vida en general.

Es importante recordar que cada uno es responsable de su vida financiera. Nadie más, ni su pareja, ni su contador ni su asesor financiero. Para tener una relación sana con el dinero se requiere mucha conciencia.

Uno de los primeros pasos necesarios para ser más consciente en sus asuntos financieros consiste en examinar sus creencias y preguntarse, "¿esta creencia, me ayuda a ser más inteligente y sentirme más seguro con mis finanzas?"

A medida que más mujeres respondan a esta pregunta con un rotundo "¡Sí!" podrán mejorar y volverse más responsables con sus finanzas.

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