OPERACION LIMPIEZA


A diario oímos en las noticias, sobre todo durante las últimas semanas, que el gobierno realiza un operativo llamando “Operación limpieza” a fin de detectar y desenmascarar a funcionarios corruptos que colaboran con el narco. Y es de aplaudirse el esfuerzo, ni duda cabe, pero también nos mueve a plantear esta reflexión: ¿debemos limitarnos a eso? ¿O por el contrario, podemos poner nuestro granito de arena para terminar con ese cáncer social que se llama corrupción?
Y tú y muchos más dirán, “ni soy narco, ni recibo sobornos”… pero esto no termina con nuestra responsabilidad social en un tema, la corrupción, que sí nos corresponde a todos combatir, porque la procreamos, la cuidamos, la apapachamos y a veces hasta aplaudimos desde el hogar: ¿a poco nunca has dado usted “para los cheskos” al poli para que no te multe?, ¿a poco no le das su lanita al de la basura para no tener que hacer cola en el camión? ¿O no le mandas un buen regalo al maestro en Navidad para que no repruebe al niño? ¿Cuántos no dimos un dinero, bajita la mano, para conseguir una casa del Infonavit?
Hay tantas cosas que hacemos con toda naturalidad, desde hace tanto tiempo, que nos hemos llegado a convencer de que son prácticas legítimas. Después de todo, este es el pueblo que inventó frases como “el que no tranza no avanza” o “a la gorra no hay quien corra”… y de ahí, a comprar una calificación, un certificado de estudios y hasta un título, no ha más que un paso… que muchos han dado.
Así, nuestros niños crecen sin un sistema de valores sólidos y van absorbiendo de sus adultos las prácticas corruptas que ejercerán de grandes y que Dios sabe en qué se convertirán cuando lleguen a la edad adulta. ¡A lo mejor estamos formando a los servidores públicos del futuro! ¿Está usted segura de que será de los buenos… o de los que hay que “limpiar” del sistema, de esos que flaquean ante los cañonazos de dólares que lanzan los narcos a las altas esferas de la vida nacional?
Vamos empezando por eliminar de nuestras vidas todas esas pequeñas corruptelas que nosotros mismos toleramos en el entendido de que “no hacen mal a nadie”. La limpieza es necesaria, pero no sólo donde da la luz, sino hasta los rincones más ocultos de nuestro hogar. Después de todo, el buen juez… ¡por su casa empieza!

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