PREOCUPACION SANA VS TOXICA


Hoy la mayoría de las personas tenemos de qué preocuparnos. Sobra mencionar las razones que se nos pueden presentar. Sólo que hay dos clases de preocupación: la sana y la tóxica.

Los que padecen preocupación tóxica convierten el estómago en un "punching bag", no duermen por las noches, padecen dolores crónicos de cuello, erupciones en la piel o gastritis, por dar algunos ejemplos. Pero a veces, en el fondo, no hacen nada para dejar de preocuparse. Incluso hay expertos en estrés que, aún en tiempos de bonanza, siempre encuentran motivos para angustiarse. De todo esperan ¡lo peor! Incluso piensan: "Si todo está bien, significa que algo me va a pasar…".

La preocupación sana, por el contrario, es aquella que te mueve a hacer algo, a ocuparte, a crear un plan. Ya sea que busques a un amigo para confiarle tus temores, acudas al médico, hagas la llamada para enfrentar el problema, encuentres una solución, en fin, lo que se conoce como "tomar al toro por los cuernos".

Según el doctor Edward Hallowell, psiquiatra y catedrático de Harvard Medical School, autor del libro Preocupación: esperanza y ayuda para un problema común, los cinco motivos principales de preocupación son: salud, hijos, dinero, seguridad en el trabajo y las relaciones personales.

Para preocuparnos de una manera sana, el doctor Hallowell propone lo siguiente:

No te preocupes solo. Para que el problema no pase a la zona tóxica, háblalo con alguien, puede ser tu pareja, un colega, una la amiga. Sácalo de tu sistema. Algo curioso es que aunque hombres y mujeres nos preocupamos igual, los hombres no suelen exteriorizar sus sentimientos, por lo que padecen más tensiones y enfermedades relacionadas con el estrés. En cambio, las mujeres, al platicarlo con las amigas, nos liberamos de la angustia más fácilmente. Así que suéltate y platica.

Considera sólo los hechos. ¿Sabías que el 90 por ciento de los problemas, no son reales? La preocupación tóxica se da cuando no tienes toda la información necesaria para hacer una evalución realista, entonces la loca de la casa –la imaginación–, de inmediato entra en escena. Trata de ser objetivo.

Haz un plan. Si por ejemplo, no tienes trabajo, organiza una estrategia. Ocúpate. Busca opciones de empleo en internet, llama a todos tus conocidos para comunicarles que buscas empleo y envía tu currículo a todas las empresas posibles. Cuando actúas, canalizas la preocupación y ésta de inmediato toma otro camino.

Haz ejercicio. Cuando tienes un problema y sientes que éste te aplasta, si haces ejercicio parece reducirse a la mitad. Esto se debe a las sustancias químicas que se generan en el cerebro, mismas que te estimulan mentalmente y te rejuvenecen. Además de quitarte la ansiedad, las posibilidades de depresión se reducen.

Ora o medita. Cuando no está en tus manos resolver el problema, lo mejor es orar. La fe es como una armadura que nos sostiene y nos da serenidad en los momentos más difíciles.

Aunque los recursos anteriores te pueden ayudar a canalizar positivamente las preocupaciones, si encuentras que no son suficientes, lo aconsejable es visitar a un doctor para que te ayude a superar la angustia con algún medicamento. Según Hallowell, un tratamiento correctamente recetado y al cual se da el seguimiento adecuado puede, materialmente, cambiar la vida de las personas.

No podemos aspirar a no preocuparnos jamás, es lo normal; pero hacerlo de una manera sana o de una manera tóxica, es responsabilidad de cada uno de nosotros, ¿no crees?

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