CUENTATE TU VERDAD


“Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada” Goethe

Nos esforzamos tanto por construirnos una imagen, que vamos reprimiendo todo aquello que consideramos negativo y hacemos todo por engañarnos. Nos atemoriza enfrentar estos asuntos porque tal vez descubramos que somos algo horrible.

Nadie puede amar a quien no conoce. Por eso es que el amor no puede ser ciego, uno tiene que saber quién es el otro y después, en base a este conocimiento, se le puede amar. Pero también el otro tiene que conocernos. Para esto es necesario que uno se muestre tal como es, y aquí viene la pregunta que casi nadie se hace: ¿me conozco?

Quien no se conoce a sí mismo, no se puede mostrar como es. El ser humano siempre encuentra evasivas para no tomarse la molestia de descubrirse. En el antiguo oráculo de Delfos todavía existe un letrero a la entrada con la leyenda “Conócete a ti mismo”. Muchos historiadores coinciden ahora en que ésa era la respuesta a cualquier problema, una sola y la misma para todos. Siempre estuvo ahí a la vista, pero nadie la quería ver, ¿por qué?

La respuesta es miedo. Es tanto el esfuerzo que hacemos por construirnos una imagen, que en el camino vamos reprimiendo todo aquello que consideramos negativo. Negamos aquellos impulsos que consideramos impropios y hacemos todo por engañarnos. Nos atemoriza enfrentar estos asuntos porque tal vez descubramos que somos algo horrible.
Recurrimos a la negación como mecanismo de defensa ante algo que nos afecta. Algunos piensan que si niegan lo que les pasa o lo que les preocupa, esto terminará por desaparecer. Eso nunca sucede. Negar la verdad suele activar mecanismos de justificación; estos tampoco resuelven el problema. A la larga, la negación es un arma nociva. Aquello que se niega no desaparece, se incuba y, tarde o temprano, se manifiesta de alguna manera. Curiosamente, la mayoría de las mujeres que padecen cáncer de mama o cervicouterino, pasaron antes por períodos estresantes durante los cuales reprimieron sus emociones, ocultaron su dolor o negaron la ira. No hay pruebas científicas de esto, pero la observación de este factor, por parte de muchos oncólogos, nos hace sospechar que la negación de los sentimientos negativos puede provocar que el organismo termine por atacarse a sí mismo. El autoengaño no se sustenta en los demás, sino en uno mismo.
No se puede responsabilizar a nadie ni a nada por las mentiras que nos contamos. Quien reflexiona sobre sí mismo, sobre su te
mperamento puede reconocer más fácilmente sus sentimientos. Esto requiere responsabilidad y un alto grado de honestidad. El conocimiento de uno mismo, de las vivencias que han influido en nuestra vida, nos ayuda a saber por qué reaccionamos de determinada manera ante una situación, o qué debemos modificar para que nuestras relaciones resulten satisfactorias, las amorosas y las otras. Pero tampoco nuestra historia personal debe erigirse en condicionante fatal que nos impide abrirnos a opciones con expectativas de éxito. Como seres inteligentes y emocionales que evolucionan, somos un proyecto por hacer. Pero un proyecto propio, nadie más puede encargarse de él.

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