CUIDADO CON LAS PERSONALIDADES NARCISISTAS


Comentarios derogatorios, sarcasmos y faltas de respeto parecen ser el pan de cada día.


Detrás de un individuo agresivo, siempre encontramos una personalidad narcisista, misma que conlleva una inagotable sed de admiración y adulación. Para él, los demás deberían acatar sus propios puntos de vista, los cuales considera irrebatibles e infalibles. Su visión de las cosas es el patrón al cual el mundo debe someterse.
El narcisista vive más preocupado por el efecto teatral y el reconocimiento de su actuación, que por la eficacia real de sus acciones. Cuando ejerce una posición de poder, se rodea de gente que le adula constantemente, aunque lo hagan sólo en función de un interés mezquino.
El narcisismo recibe su nombre del legendario mito de Narciso, que nos brinda la imagen de esta personalidad al ser este personaje transformado en una planta que da flores muy bellas, pero de olor nauseabundo. De igual manera, en el narcisista hay, a pesar de su apariencia, algo que huele muy mal.
El individuo con personalidad narcisista presenta cinco (o más) de los siguientes rasgos:

1. Tiene un sentido grandioso de su propia importancia; exagera sus logros y sus capacidades esperando grandes reconocimientos.

2. Tiene fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza y amor ideal imaginarios.

3. Cree que es "especial" y único y que sólo debería asociarse con otros individuos especiales o de alto estatus personal o institucional.

4. Exige una admiración excesiva.

5. Cree que merece un trato especial. Piensa que se le debe todo y que tiene derecho a que se cumplan automáticamente sus deseos y expectativas.

6. Se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines.

7. Presenta actitudes y comportamientos arrogantes y altivos o prepotentes.

8. No reconoce los sentimientos de los demás, carece de empatía.

9. Envidia a los demás y cree que lo envidian a él (suele devaluar a quien reciba una felicitación, pensando que él es más merecedor de la misma).

El narcisista se refugia en su propia imagen de grandiosidad, ello le permite elevar su baja autoestima y sentirse un poco mejor consigo mismo.
El enojo es una emoción natural muy diferente de la ira. Ésta se caracteriza por arranques de furia desmedidos, gritos, destrozo de objetos y golpes. La ira desata una reacción placentera en la química cerebral del narcisista y esta respuesta interna puede ser adictiva, ya que le da una sensación de poder y le permite liberar sentimientos que ha reprimido por años.
La autoestima nunca se eleva degradando a otros, ni mostrando tal nivel de envilecimiento ni deleitándose en la propia crueldad. Se incrementa cuando uno mismo es capaz de sentirse orgulloso de los propios méritos y logros. La decisión de ser digno es propia y se toma frente a cada acto que se realice.

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