MIOMAS


Los miomas, también llamados por los especialistas fibromas, fibromiomas o leiomiomas, se desarrollan en la pared muscular del útero. Son redondos, firmes y elásticos. Pueden ser únicos o múltiples, su tamaño va de pocos milímetros de diámetro hasta uno o varios kilos de peso y, dependiendo de su localización, causan cólicos, dolor en la entrepierna, en el vientre bajo, en la cadera, presión en la vejiga u otros órganos, también son responsables de largos períodos menstruales o hemorragias esporádicas que provocan anemias, sobre todo en mujeres jóvenes.

Las causas de la aparición de los miomas no están bien establecidas, sin embargo se creen que se debe, en primera instancia, a una predisposición genética (hereditaria) así como a una sensibilidad a la estimulación hormonal. Las mujeres que la tienen, desarrollan factores que favorecen el crecimiento de estos tumores bajo la influencia de hormonas femeninas cuya actividad favorece su aparición, por lo tanto crecen en etapas de exceso de estrógenos, es decir, durante el embarazo, si se toma una píldora de contenido estrogénico o en la menopausia. En la mayoría de los casos los miomas son múltiples y pueden provocar un crecimiento del útero, llegando incluso a expandir el vientre como si se tuviera un embarazo de seis meses.
Por su localización, los miomas se dividen en cuatro tipos:
a) Subserosos
b) Intramurales
c) Submucosos
d) Pediculados

Subserosos. Aparecen y se desarrollan fuera del útero, bajo la capa serosa, y se extienden a través de ésta, dando al órgano una apariencia nodular. No afectan el flujo menstrual, pero pueden causar dolores en el bajo vientre, en la región lumbar y sensación de presión en el abdomen. Suelen desarrollar un cabillo o pedículo, haciéndolos difíciles de distinguir de un tumor ovárico. En este tipo de miomas son menos frecuentes las complicaciones con respecto al embarazo y tampoco obstruyen el canal del parto.

b) Intramurales. Su crecimiento es principalmente dentro de la pared uterina y se extienden hacia adentro, aumentando el tamaño del útero. Son los más comunes. Pueden causar sangrado menstrual intenso, cólicos y dolores en el vientre bajo y en la región lumbar y/o sensación de presión generalizada en el vientre. Es posible que crezcan notablemente durante el embarazo y si se ubican en la parte inferior del útero, pueden impedir un parto natural, teniendo como recurso una cesárea.

c) Submucosos. Crecen hacia la cavidad uterina (endometrio). A pesar de que son el tipo menos común de mioma, son los que más problemas causan. En algunas circunstancias, alargan los períodos de la menstruación o causan hemorragias durante la ovulación. Pueden tener efectos más perjudiciales en la evolución del embarazo; la implantación del óvulo fecundado en una superficie endometrial miomatosa, tiene muy pocas posibilidades de resultados satisfactorios, porque el mioma no tiene las secreciones necesarias para alimentar al embrión. Pueden ser causa de una interrupción durante el primer trimestre de la gestación. Una vez extirpados y después de un período prudente, se puede lograr un embarazo normal.

d) Pediculados. Son los que en principio crecen como subserosos y se separan parcialmente del útero, quedando unidos a éste por una pequeña porción de tejido llamada pedículo.

SÍNTOMAS
En el 30% de los casos son asintomáticos, incluso en los que el mioma pesa hasta un kilo, confundiendo el crecimiento del vientre con un embarazo o subida de peso. Cuando hay síntomas, éstos pueden incluir:

1. Aumento en el volumen del abdomen o bajo vientre. Dificultad, dolor o deseos frecuentes de orinar. Estreñimiento crónico. Hemorragias no relacionadas con la menstruación. Otras irregularidades menstruales, como aumento de flujo, algunas veces con coágulos.
2. Aumento de intensidad de los cólicos menstruales o aparición de ellos cuando antes no se tuvieron; anemia, sensación de pesadez o presión en el abdomen, dolor en la pelvis, región lumbar, parte lateral del abdomen o piernas (los miomas pueden presionar nervios), dolor durante el acto sexual y, en muy pocos casos, infertilidad.

DIAGNÓSTICO
En general, los miomas se detectan durante un examen ginecológico, cuando el médico percibe aumento de tamaño del útero, pero si antes de tu cita rutinaria se presentan algunos de los síntomas mencionados, lo mejor es acudir con el ginecólogo. Él determinará los procedimientos a seguir, como pueden ser:

Ultrasonido abdominal. Examen que no causa dolor, en el cual el médico desliza un instrumento (transductor) sobre la superficie abdominal; las ondas de sonido son transmitidas a través de la piel y permiten al médico observar el tamaño, forma y textura del útero.
Resonancia magnética o tomografía computarizada. Exámenes que tampoco producen dolor y que permiten un diagnóstico mucho mas exacto.
Histeroscopía. Buena opción, principalmente para evaluar la presencia de miomas submucosos. Un fino tubo de apenas 3 mm de diámetro, aunado a una microcámara de televisión, es introducido a través de la vagina y del cuello uterino hasta la matriz, permitiendo al ginecólogo visualizar el interior y tomar muestras del tejido para su análisis. Este procedimiento se puede llevar a cabo en el mismo consultorio bajo anestesia local.

MITOS Y REALIDADES
Los miomas ponen en riesgo la vida de quien los padece.
Falso. Pueden monitorearse y evitar su crecimiento por medio de tratamientos; en algunos casos son extirpables y no vuelven a aparecer.
Los miomas son responsables de la infertilidad en las mujeres.
Falso. De hecho, son responsables sólo del 15% de los casos de infertilidad.
Son responsables de abortos y partos prematuros.
Falso. Incrementan las posibilidades de sufrir abortos o partos prematuros, pero esto se puede evitar si desde un principio el médico y la paciente toman las medidas pertinentes.
Los miomas no se pueden extirpar en el momento del parto o cesárea.
Cierto. Nunca se realiza en esos momentos porque la intervención puede provocar hemorragias importantes. Se dejan pasar varios meses antes de extraer los miomas diagnosticados durante el embarazo, porque estos disminuyen considerablemente de tamaño luego del parto y en consecuencia, el procedimiento es menos agresivo.
Los miomas casi siempre mejoran después de la menopausia, cuando los niveles hormonales bajan bastante.
Cierto. Aunque este resultado puede no ser general.

TRATAMIENTOS
Las nuevas técnicas quirúrgicas permiten extirpar los miomas pequeños mediante una laparoscopia, en la que a través de algunas incisiones se introducen herramientas quirúrgicas para efectuar la cirugía. Con este tipo de cirugía la recuperación de la paciente es de tres a cuatro días. Cuando los miomas han crecido considerablemente se pueden extirpar con una cirugía parecida a la de una cesárea dependiendo del tamaño. Cuando los miomas son diminutos y su crecimiento es apenas perceptible en el transcurso de seis a un año o más, el médico determinará si por medio de un tratamiento se puede evitar la cirugía y esperar el período de la menopausia para que naturalmente vayan disminuyendo o desapareciendo. En cualquiera de los diferentes tipos de miomas deben realizarse pruebas constantes para evaluar su crecimiento y tratamiento.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

PAGINAS AMIGAS

http://www.madamealbert.com.mx/woman-c2lh http://elespaciodemartha.blogspot.mx/ http://xochitlndc.blogspot.mx/ http://cronicadeunaamantedeloslibros.blogspot.mx/ http://creadasaimagendedios.blogspot.mx/