ALGUNAS REALIDADES DE LA MATERNIDAD


“Porque la mano que mece la cuna es la mano que gobierna al mundo”por William Ross Wallace, es para mí quizás la frase más poderosa que se ha escrito en cuanto a la influencia. Naturalmente esta frase se aplica más a mujeres, específicamente a madres, y encierra una verdad sumamente profunda. Las madres son uno de los seres que ejercen la mayor influencia en la humanidad. En sus manos está la habilidad para moldear las mentes tiernas de los pequeños a su cargo. Sin embargo muy pocas mujeres comprenden este rol poderoso dado por Dios. Este rol va mucho más allá del embarazo, el alumbramiento y el amamantamiento. A las mujeres les ha sido entregadas el poder para moldear este mundo. Si las mujeres cayéramos en cuenta de nuestro potencial para ejercer influencia sobre la humanidad, podríamos provocar cambios serios en el mundo.

He aquí nuestra lista de 9 realidades acerca de lo que es ser madre que, como mujeres, necesitamos contemplar con mayor detenimiento:

1. Toda mujer es una madre - La capacidad que posee una mujer para amar, cuidar e instruir es intrínseca. Las mujeres no pierden sus instintos maternos porque no han dado a luz o porque no han sido capaces de hacerlo. Las mujeres siempre hemos pensado y actuado como mamás y lo seguiremos haciendo. Empezamos con nuestras muñecas y trasladamos este rol a las sobrinas, los sobrinos, los ahijados, nuestros hombres, y aun nuestros padres envejecidos. Cuidamos de todos y todas sin importar nuestra fertilidad o infertilidad.

  1. La maternidad es una asignación Divina - La maternidad es una experiencia profundamente espiritual. Sólo Dios puede dar la vida. Los humanos creamos situaciones y nos ubicamos dentro de las mismas, pero es Dios quien en última instancia da la autorización para que surja nueva vida. Las mujeres se convierten, entonces, en partícipes de esa faena divina. Nosotras llevamos y nutrimos vida nueva. Nada debe provocar en nosotras mayor asombro y satisfacción que este hecho.

  1. El caricia de una madre puede hacer un mundo de diferencia -Hemos dedicado tanto tiempo a asegurarnos de brindarles bienes materiales a nuestros hijos que hemos pasado por alto el darles calor humano tangible. Los besos y abrazos no deben ser reservados únicamente para la infancia. Muchos adolescentes endurecidos confiesan que necesitan del toque físico de su mamá. El acto de tocar y acariciar es muy natural para las madres hacia sus infantes, pero una vez que crecen, creemos que su “nueva” independencia nos prohíbe el contacto físico. Si hubieran más mamás dispuestas a escuchar y tocar a sus hijos, tendríamos hoy día menos adolescentes rebeldes.

  1. Los hijos no son propiedad absoluta de sus madres - Mientras que es fácil que las madres sintamos que somos dueñas de nuestros hijos, después de todo los cargamos por nueve meses, nuestros niños también le pertenecen a sus papás y al mundo en el cual viven. Es por esto que a los hijos hay que enseñarles a respetar a sus madres, a sus padres y al mundo en el que viven. Los hijos son el producto final directo de la crianza de sus padres. Por lo tanto, los hijos son para el mundo la contribución de sus padres. Lo que sea que les enseñemos, ellos lo lanzarán al universo y todos nos veremos afectados por esa aportación.

  1. Las decisiones de un hijo no reflejan el valor de su madre - Los hijos pueden fallar, y lo harán (a menudo). Tomarán decisiones pésimas, a pesar de lo que les hayas enseñado. Esto está completamente fuera de tu control, por lo tanto no puedes asumir la responsabilidad de sus fracasos. Llega un momento (a muy temprana edad) en el que necesitas responsabilizarlos por sus decisiones y acciones, y ellos deben de estar conscientes de que deberán vivir con las consecuencias de las mismas. A pesar de que tienes control sobre lo que les enseñarás acerca de la vida, la verdad es que no tienes control sobre lo que ellos harán con sus vidas.

  1. Las madres tienen derecho a tener una vida propia- La maternidad no tiene que ser el principio del final. La vida debe continuar mientras se es madre y después de ser madre. La vida debe de continuar aun si no existe la posibilidad de dar a luz. Debes construir tu propia vida mientras ayudas a moldear la de tus hijos. Una carrera profesional no necesariamente garantiza una vida de satisfacción. Demasiadas madres permiten que sus vidas giren alrededor de la de sus hijos. Éstos crecen, y entonces ellas enfocan sus vidas en los nietos. Estas mujeres no se han permitido a sí mismas disfrutar de todas las hermosas etapas de ser mujer, se quedaron atrapadas en la maternidad.

  1. El cordón umbilical se corta en el nacimiento- El acto de cortar el cordón umbilical al nacer es simbólico de la auto-gobernación. Lastimosamente, hoy día la permisividad y la sobre-complacencia se han convertido en atributos de una buena madre. Como resultado de esto, estamos ahora lidiando con una generación de niños y niñas malagradecidos, malcriados y viciados. No eres mala madre si dices ¡NO! No eres mala madre si le enseñas a tu hijo a sufrir las consecuencias de la desobediencia. Tampoco eres mala madre si le enseñas a tu hija a hacerse responsable por sus acciones y decisiones. La meta de toda buena madre debe ser que sus hijos sean capaces de gobernarse a sí mismos, aun en su ausencia.

  1. Las madres le enseñan a sus hijas a ser mujeres- Las niñas utilizan a las mujeres que las rodean como modelos. Es por eso que de niñas todas queremos ser como mamita, vestir su ropa y sus zapatos, esto lo hacemos incluso emocionalmente. Si nuestras hijas están rodeadas por mujeres antipáticas e inseguras, eso mismo imitarán - a menos que aprendan otro modelo.

  1. Las madres le enseñan a sus hijos a valorar a las mujeres- Cada vez que hablas mal de otra mujer, la irrespetas, o chismeas acerca de ella ante los ojos de tu hijo varón, le estás dando permiso para que él menosprecie a las mujeres. Cada vez que permites que un hombre te irrespete de la manera que sea, ante la vista de tu hijo varón, estás ratificando su maltrato futuro hacia la madre de sus hijos. Tu estimación de madre en cuanto a tu propia feminidad y tu actitud frente a la misma determinará cómo tu hijo varón valorará a las mujeres.

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