¿POR QUE LAS MUJERES NO CONFIAN EN LOS HOMBRES?


Las estadísticas son alarmantes: 7 de cada 10 divorcios son resultado de la infidelidad. De estos, en 5 de los casos el hombre fue infiel. ¿Estarán confirmando los hombres que no pueden ser fieles? ¿Será que la infidelidad es un asunto de hombres? Dadas las condiciones ideales, la mayoría de los hombres confiesan que cederían ante la tentación de tener un encuentro sexual con una mujer con la cual no tienen ningún compromiso. Como resultado de esto, la mayoría de nosotras hemos también llegado a creer que la infidelidad es normal entre los hombres. ¿Y Por qué no? Si los mismos hombres se han creído esta mentira, y la han promulgado. De hecho, hemos llegado a creerlo hasta el punto en que en muchas de nuestras relaciones la infidelidad se ha convertido en una auto-profecía que se cumple.

Como si eso no fuera lo suficientemente alarmante, el Centro para el Control de Enfermedades de Norte América (North American Center for Disease Control) reportó que de los 415,193 nuevos casos de SIDA documentados en el 2004, el 77% fueron hombres, de los cuales el 58% fueron infectados por mantener relaciones sexuales con otros hombres. De las 93,566 mujeres y adolescentes restantes con SIDA, el 64% fueron expuestas al virus por contacto heterosexual con sus parejas. Un resultado directo de una tendencia social disfuncional conocida como down low en inglés: hombres que secretamente son homosexuales pero que viven vidas publicas “rectas” con sus esposas y novias.

Aunado a esto, están las innumerables historias de hombres que tienen amoríos ilegales, en algunas ocasiones por muchos años, al mismo tiempo en que están legalmente casados. Este hecho simplemente empeora la situación.

Sin embargo, a pesar de todo esto las mujeres inician una relación confiando en que éste será el hombre que las tratará bien. Que éste no será como su papa quien abandonó a su mamá, ni como el marido o novio infiel de la amiga.

Lo que la mayoría de los hombres y las mujeres no entienden es que la mujer ama de una manera distinta a la forma en que lo hace el hombre. Muy pocas mujeres aman de media gana. Una mujer o te ama o no te ama. Y a pesar de que ellas, al igual que los hombres pueden estar en una relación por motivos puramente egoístas como temor a la soledad o la búsqueda de estabilidad financiera, una mujer tiene mucha más dificultad fingiendo, especialmente cuando al sexo se refiere. Cuando una mujer ama, lo hace con su mente, cuerpo y alma. Un hombre, sin embargo puede amar con su cuerpo, desconectar la mente y no involucrar para nada su corazón.

Como consecuencia, la traición por parte del hombre que ella ama y en quien confía, el hombre en el que ella ha depositado su corazón, cuerpo y alma, puede ser emocionalmente devastador para una mujer. Debido a esto para una mujer el dolor de un corazón herido puede tomar mucho más tiempo en sanar. Algunos expertos calculan que hasta diez años. Ella funciona, hace las mímicas, hace todo lo que tiene que hacer pero por dentro lleva la carga del dolor de la traición. Le ha cicatrizado el alma hasta el punto en que algunas mujeres se paralizan, no pueden volver a entregarse y se trasladan a otras relaciones llevando esta carga de desconfianza.

A los hombres les cuesta entender que cuando le rompen el corazón a una mujer han pisoteado la esencia de su feminidad. Un corazón quebrantado no sólo causa que ellas desconfíen de los hombres, pero también ellas empiezan a dudar de su valor como mujer. Aunque no lo ponga en palabras, muy en el fondo ella siente que fracasó como mujer. No tuvo lo que se necesita para retener a un hombre. Su enojo incontrolable y celos insensatos son simple manifestaciones de sus sentimientos de fracaso.

Los hombres necesitan entender que mientras para ellos tener un amorío es simplemente un juego de experimentación, una búsqueda por validación de su atractivo sexual vibrante para la mujer, quien es víctima de la infidelidad, significa dos cosas: extrema traición y prueba de una feminidad imperfecta. Ha sido estafada de su confianza y de su valor como mujer.

No obstante, mientras la infidelidad, al igual que la muerte o la enfermedad es una posibilidad en cualquier relación, no tiene que ser una condición prescrita. A diferencia de la muerte y la enfermedad, la infidelidad es una elección. Y si ocurre, la manera en la cual lidiamos con esta en nuestra relación también es cuestión de elección.

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