OTRA MAS DEL MACHISMO.....

Un verdadero hombre que se califique a sí mismo como tal, debe saber valorar a la mujer, permitir que ella deposite toda su confianza en él, y además, poseer una firme riqueza interior. Pero, ¿es que este hombre quedó ya sólo como un lejano ideal en el pasado?

Los machos regresan… el propósito del macho es seducir a una mujer sin compromiso posterior; el honor para un macho es no ser sensible, no tener miedo a nada, sentirse superior a la mujer.

En la práctica, si tiene “pareja” (=compañera bajo el mismo techo), siente que se rebaja si comparte los quehaceres domésticos como la limpieza, la cocina o el cuidado de los niños.

Su comportamiento sexual se entiende únicamente desde el punto de vista del criterio masculino: la primacía de su deseo, y no desde el criterio femenino: el cortejo, atención, amabilidad.

El macho es insensible a las emociones y necesidades de la mujer y la deja sola en su decisión ante el hijo procreado, del que ella solamente deberá hacerse cargo.

La mujer, por su parte, comenzó con un deseo de igualdad ante el hombre, pero en el correr de los años, ese deseo se convirtió en liberación: liberarse no sólo del hombre, sino de su propia condición femenina poseedora del don de la maternidad.

¿Qué le sucede al ser humano cuando se deja llevar sólo por sus instintos? ¿Qué resortes han fallado para que haya sido posible que una mujer llegue al salvajismo de liberación al estorbarle el propio hijo que crece en su vientre?

La condena no debe ser a una época ni a una generación, sino a la misma persona y al ámbito cultural. Por un lado, se presentan las tendencias revanchistas del feminismo por la igualdad, pero negar las diferencias entre hombre y mujer es solamente un pasatiempo académico interesante.

Sin embargo, en la práctica el costo de estar equivocado es muy alto; el feminismo radical aún no ha llegado a ser una ideología coherente, pero ha tratado de difundir la idea de que hombre y mujer son idénticos… excepto que las mujeres son mejores.

Creo sinceramente que deberíamos aceptar la realidad de las diferencias de género en lugar de a) negarlas, b) suprimirlas, o c) fingir sorpresa cuando las diferencias emergen de manera natural.

En otro rubro, uno de los objetivos prioritarios, y que fomentan la presión de los órganos internacionales por el control poblacional, es el reconocimiento universal de los llamados “derechos reproductivos”, también llamada “salud reproductiva” (meta del Desarrollo del Milenio, Asamblea General, ONU para 2015,) como una categoría más de derechos humanos.

Su inclusión en los planes de acción de conferencias internacionales como la de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994), y la Conferencia de la Mujer (Beijing 1995), que suscitaron fuerte reticencia de diversas delegaciones estatales, además de la publicación oficial de la Carta sobre los derechos sexuales y reproductivos por la International Planned Parenthood Federation (IPPF), vuelve a abrir el debate sobre el contenido y naturaleza de estos noveles “derechos” que incluyen el aborto.

Estudios recientes de “The Parents Television Council” (Consejo de televisión de padres de familia, EUA), afirman que los medios de comunicación (Prime Time Broadcast televisión)favorecen el adulterio y la promiscuidad por encima de la intimidad marital” en programación preferencial…

“Los resultados del estudio sugieren que en Hollywood se encuentran activamente buscando socavar el matrimonio mostrándolo consistentemente de manera negativa. Los niños y adolescentes están muy expuestos a una serie de comportamientos sexuales que en la generación pasada eran considerados fuera del límite en televisión programada”.(1)

En México, DF, ante el fallo inicuo de la Suprema Corte de Justicia a favor del aborto que aprobó mantener la reforma al artículo 144 del Código Penal, liberando el aborto hasta la semana 12 de gestación (por la sola voluntad de la madre y sin necesidad de justificación), da como afirmación la manifestación de dar titularidad individual de la mujer a este nuevo derecho, omitiendo el derecho y deber del varón de responsabilizarse del efecto natural de su relación sexual en la procreación de otro ser humano y en el derecho inalienable a la vida de ese nuevo ser.

Esto se produce derivado de una concepción de la sexualidad que, lejos de dignificar a la mujer, abre el camino aún más expedito para la irresponsabilidad e indiferencia de muchos varones en su papel de padres y esposos.

No sólo eso, uno de los ministros de nuestra Corte adjudicó todos “los derechos fundamentales de la mujer reconocidos en la Constitución”, y negó rotundamente “la protección de la vida en gestación”, ya que ésta –adujo–, “llevaría a violentar” los derechos de la mujer “considerándola como mero objeto reproductivo”.(2)

Las únicas dos mujeres que son ministras de la Suprema Corte también estuvieron a favor del “derecho” de las mujeres a abortar: “al someter a las mujeres al control penal, se les desvaloriza como personas y se les reduce a instrumentos de procreación”.(3)

Los ocho ministros que favorecieron el crimen del aborto desconocen el significado del cuerpo, ya que jamás éste puede ser comparado con un instrumento o un objeto en ninguna circunstancia, pues el cuerpo es expresión de la persona, y el sexo es algo más que la fuerza misteriosa de la corporeidad humana que obra casi en virtud del instinto.

Esto es: en el hombre y en la mujer el sexo deja de pertenecer al nivel de la naturaleza para ascender a nivel personal (alma y cuerpo), al nivel más alto de las relaciones personales, porque el sexo determina la identidad y ser concreto del varón y de la mujer, es decir, el cuerpo humano con su masculinidad y feminidad, manifiestan la comunión de personas y debido a esto son complementarios.

Esto es así porque la dimensión sexual del cuerpo humano no se agota en el plano físico. De allí que comparar el cuerpo con un instrumento o con un objeto es una de las mayores barrabasadas que alguien puede aducir. La masculinidad y la feminidad en el plano físico revela el valor y la belleza de sobrepasar esa dimensión simplemente física de la sexualidad. De esa manera se completa el significado esponsalicio del cuerpo.

La libertad, por otra parte, se entiende no como la capacidad de tener relaciones sexuales por instinto y disponer al antojo de la vida del nuevo ser en gestación, sino que está vinculada al dominio de sí mismo, al sentido amoroso y esponsalicio, a la ayuda mutua entre varón y mujer, a la complementariedad que es recíproca y que se da en los planos físico, psíquico y ontológico.

Además, la dignidad humana exige también que se reconozca un ámbito de inmunidad que implica respetar el derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación ni violencia, tanto más cuando esa libertad se ejercita a favor de la prole.

La decisión procreadora exige disponer de información y medios, y por la magnitud del problema de la pobreza se requiere de una política estatal e internacional que favorezca el bienestar de las familias para que puedan ejercer digna y responsablemente el derecho a la procreación.

Toda planificación familiar, si es coherente con los derechos humanos, debe respetar los valores universales, y el primero de ellos es el derecho a la vida de todo ser humano antes y después de nacer.

Otorgar validación jurídica a un acto mortal, da cabida a que retrocedamos como sociedad, es fomentar que en la mujer queden secuelas físicas y psicológicas que perduran en ella toda la vida, es la vuelta a la irresponsabilidad y el regreso del machismo.

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