REVELAN TRAFICO DE LIBROS PROHIBIDOS EN LA INQUISICION


A pesar de que entre los siglos XVI y XIX, el analfabetismo imperaba en la población de la Nueva España, archivos de la Santa Inquisición muestran que existió un mercado negro de textos prohibidos y su lectura se consideraba uno de los delitos más peligrosos de la época, revela el historiador Abel Ramos Soriano en “Los delincuentes de papel”.

El libro de Ramos Soriano presenta un estudio sobre dicho mercado negro de textos prohibidos por la Inquisición y hace un análisis de expedientes integrados durante la persecución de los títulos, que debían salir de circulación entre 1571 y 1820.

En un comunicado de prensa del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se destaca que los lectores de las obras prohibidas eran sobre todo quienes tenían acceso al poder ideológico, económico, político o social de la Nueva España; el mundo indígena estaba excluido a esas fuentes, y sólo se encontró a tres mujeres implicadas: María Gertrudis, Francisca y una dama anónima.

Los libros no sólo circulaban de manera física, también de viva voz, resalta el historiador en su obra, porque menciona que hay testigos que declaran haber conocido tal publicación tras escuchar que un señor lo contaba a otro, o cuando platicaban en tiendas o tertulias, como sucedía en la casa del cura Miguel Hidalgo, donde se representaban obras francesas de escritos prohibidos, por lo que se presume que varios de los involucrados en la Independencia de México fueron seguidores de este tipo de obras.

La celebre obra “Histoirie Philosophique”, de Reynal, considerada “anticolonialista y anticlerical” involucró a varios funcionarios del gobierno civil, militares y comerciantes de la Nueva España en asuntos inquisitoriales. Otros libros condenados fueron “Decameron”, de Bocaccio, y las obras de los filósofos ilustrados Voltaire, Diderot y Rousseau, intelectuales destacados previo y durante a la Revolución francesa.

En la presentación, el historiador Eduardo Flores Clair recordó que durante el siglo XVIII el enemigo a vencer fue la Ilustración, la enorme producción literaria de la época fue calificada como nociva para la sociedad y, sin embargo, algunas de las obras prohibidas gozaron y siguen gozando de la simpatía del público, como “La Celestina” de Benito Pérez Galdós; “El Lazarillo de Tormes”; “El Contrato Social” de Rousseau, o “Virtud” y “Los infortunios de la virtud”, del Marqués de Sade.

Con base en el número de expedientes registrados por el Santo Oficio, el delito de libros prohibidos es ubicado por Abel Ramos Soriano en el sexto lugar de una lista de 118 infracciones, ventiladas ante la Santa Inquisición novohispana en el siglo XVIII y principios del XIX, después de la bigamia y poligamia, la solicitación, las proposiciones heréticas, la blasfemia y las supersticiones, y antes que la violencia, el robo y asesinato.

“En los edictos registré alrededor de 150 títulos prohibidos en la Nueva España y poco más de 2 mil en las listas de la Santa Inquisición, pero lo más importante es que en esos documentos se conjuntan algunas características de las obras condenadas y las razones por las que se prohibían”, subraya.

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