PALABRAS QUE TOCAN

Las palabras pueden acariciar o golpear. Nos hacen viajar a otras etapas de nuestra vida, a “los otros” de nuestra historia que las pronunciaron por primera vez.
La piel se nos eriza cuando alguien que queremos nos dice me importas, te extraño, te quiero.

El lenguaje nos permite comunicar parte de lo que somos. Si no pudiéramos hablar o mirar con cierta intencionalidad, nuestro contacto humano sería muy limitado.
Utilizamos las palabras para comunicarnos y quizá no las hemos sabido entender como una forma de acercarnos a los demás. Quizá nunca hemos pensado en el poder que tienen para tocar. Ese libro tocó mi vida, leerte tocó fibras sensibles… son expresiones frecuentes que dan cuenta de ese poder.

La mensajería instantánea ha pervertido a las palabras, las ha devaluado. Nos hemos acomodado en un sitio seguro y extra protegido desde el cual no hacemos contacto con casi nadie. Le contamos nuestra vida completa a nuestro mejor amigo por un chat en el teléfono. Nos hacemos la fantasía de que alimentamos una relación porque nos mensajeamos todos los días. Nos sentimos cerca de alguien porque le mandamos mensajitos de buenos días o de buenas noches. Nos hemos vuelto incapaces de invadir a los demás con una llamada. Levantamos muros cada vez más altos y paradójicamente tenemos el valor de escribir muchas cosas que frente a frente moriríamos de vergüenza de decir.
No es discurso regañón (aunque parezca). Es poner las cosas en su lugar. No se cuida una relación con mensajes. No se mantiene la cercanía con mensajes. No estamos cerca de nadie con mensajes. Ni el amor, ni la pasión ni la amistad más pura sobreviven este instalarse en el terreno del intercambio virtual, volviendo los encuentros en persona la excepción.

Hay que volver a tomar el teléfono y ser capaces de enfrentarnos con el miedo de que alguien nos diga que nos llama luego o que nos diga que no quiere volver a escucharnos, o que –improbablemente- se alegre de oír nuestra voz.

He estado tratando de recordar las voces de toda la gente que quiero. Algunas están muy bien grabadas en la memoria, pero otras se van disolviendo porque casi nunca las escucho. Que alguien nos diga de viva voz cualquier cosa, jamás igualará un mensaje, por más lindo que esté escrito. La entonación, la cadencia de las palabras, los gestos y la mirada que las acompañan, son las que vuelven a la experiencia de las palabras algo conmovedor.

Quizá nos hemos vuelto unos perversos de lo virtual. Quizá alimentamos nuestra fobia a la cercanía con los teléfonos virtuales y las redes sociales. Quizá nos estemos volviendo cada vez mas incapaces de abrazar, de besar, de tocar, de enfocar nuestra atención en la maravilla de la existencia de los otros en nuestra vida. Quizá es tiempo de moderar nuestras horas conectados y comenzar a planear tonterías como hacerle un lugar en la agenda al cultivo del cara a cara, que aunque temido, también es anhelado.

Mejor tócame con las manos, dame un abrazo, toma mi mano, mírame a los ojos, dime con tu silencio que te gusta quien soy. Tócame con las palabras de tu voz, llámame por teléfono, tomemos un café, sentémonos en el parque a conversar. Volvamos a los viejos usos. Querámonos de frente, digámonos lo bueno y lo malo a la cara. No quiero mensajes. Quiero verte.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

PAGINAS AMIGAS

http://www.madamealbert.com.mx/woman-c2lh http://elespaciodemartha.blogspot.mx/ http://xochitlndc.blogspot.mx/ http://cronicadeunaamantedeloslibros.blogspot.mx/ http://creadasaimagendedios.blogspot.mx/